“Yo hablaba tanto de él, de su manera de jugar, de hacer goles que cuando llegue a Tuluá todos me empezaron a llamar ´Mincho´ y así me quedé”, dice este hombre que conserva el acento paisa, pero que se considera tan tulueño como el “Tino” Asprilla.
Su pasión por el fútbol la adquirió en el viejo estadio Mora Mora de la Perla del Otún, donde aupaba y apoyaba al cuadro Matecaña, aunque luego empezó a sentir gusto por el América.
Ahora su corazón le pertenece a Cortuluá, pues en sus propias palabras el equipo tulueño le ha dado para la papita.
Toda la vida ha trabajado. En sus años de juventud laboró como lavador de carros en la empresa Expreso Trejos en Pereira y Cali hasta que aterrizó en Tuluá, hace ya 42 años, como bodeguero de la firma transportadora, pero su gusto por el licor y la noche lo llevaron a perder el empleo y fue ahí cuando el rebusque llegó a su vida.
“Al quedarme sin empleo tuve que hacer muchas cosas pero todo a lo legal y por eso trabajé como iguazo en los cultivos de millo, soya, maíz, algodón que por esos días abundaban en esta región; luego vendí ropa de segunda, dulces y todo lo que se me atravesaba, pues como buen paisa me le medía a lo que fuera”, comenta este hombre que a sus 68 años de edad vive junto a su familia en una cómoda casa del barrio Jorge Eliécer Gaitán.
Y llegaron los helados
En medio de las extenuantes jornadas de trabajo le llegó a la cabeza la idea de dedicarse a otra labor y apareció una señora que le ofreció trabajar en una fábrica de helados, tarea que era menos complicada y que le empezó a gustar.
“Yo despachaba a los vendedores y veía que les iba bien en la calle y entonces decidí decirle a la patrona que me dejara venderlos, aceptó sin dudarlo y ahí comenzó esta parte de mi vida a la que agradezco, pues con esta actividad he podido vivir y nunca se nos perdió la comida”, comenta “Mincho” con su alegría de siempre.
Para este tulueño por adopción fue el estilo que asumió a la hora de vender lo que lo hizo reconocido y su pregón ya se extraña cuando no va a las tribunas del 12 de Octubre o a las canchas de El Palmar, la Avenida Cali o La Graciela, donde es toda una celebridad.
“Uno no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo y por eso se que hay gente que se molesta cuando grito para promocionar los helados y sus sabores, pero la mayoría lo disfrutan y se suman al escándalo que hago”, comenta entre risas.
Extraña los días de estadio lleno cuando llegó a venderse hasta 1.200 helados en los partidos de Cortuluá en Primera División, pues ahora las ventas han bajado bastante, pero igual está a la espera que la pandemia deje volver a la gente para seguir endulzando y enfriando sus gargantas.
Los conciertos
Ese espíritu de emprendedor lo llevó a buscarse una socia e incursionó en el mundo de los espectáculos, donde se ganó un espacio en el manejo de los licores de los conciertos, trabajo que le ha generado importantes recursos y le ayudaron a mejorar la calidad de vida de su familia y la de otras personas, pues también genera muchos empleos.
“En los conciertos de Cali, Manizales y en las fiestas de los municipios hemos logrado llevar hasta 300 o 400 maneros y mi función es velar porque hagan las cosas bien, cobren lo que es y no le metan goles a los empresarios”, afirma el comerciante al tiempo que reconoce al locutor Carlos Arturo “Bocha” García como uno de sus impulsores en este campo de las ventas.
Los tiempos han cambiado
Aunque por norma de vida, “Mincho” no es un hombre de renegar ni quejarse, sí reconoce que todo ha cambiado debido a la competencia y a que cada día es más la gente que deja de ir a los eventos masivos y por tanto las ventas bajan y por ende sus ingresos también.
“Por ejemplo en Tuluá, con los alcaldes Palau y “Chepe” Gómez, a mí me fue bien y de manera especial en las ferias, pero con el anterior me fue como a perro en misa y eso que le busqué unos votos y al de ahora, pues ni sé porque hasta ahora no hemos hablado”, precisa.
“Mincho”, quien ha sorteado varios quebrantos de salud, está a la espera que el covid-19 lo deje trabajar en los eventos, mientras tanto en la tarde sale con los helados que prepara en casa, con buena dosis de fruta, dulce y mucho amor.