El introito de esta nota hace referencia a Diego Fernando Hurtado Romero, nombre que pocos conocen, pues la chapa que le pusieron sus vecinos terminó por borrarlo. “Pijama”, como es conocido en Tuluá y más alla de las fronteras, es una marca registrada y de la que se siente orgulloso.
Lo que pocos saben es que ese apelativo era originalmente de su hermano menor, quien tenía por costumbre salir a la calle a jugar bolas o trompo luciendo la prenda de dormir y hoy agradece haberlo heredado, pues se convirtió en el gancho para vender EL TABLOIDE cada sábado, las empanadas, pasteles y aborrajados sábados y domingos en las canchas de fútbol de la Avenida Cali, La Graciela, El Palmar, El Bosque, o donde haya un partido de fútbol.
Con estilo propio
Aunque es un hombre de pocas palabras, “Pijama” ha logrado crear una manera de comunicarse con sus clientes y a donde llega hace sonar una especie de sirena con su boca.
“Eso se lo aprendí a un amigo que siempre hacía ese sonido y me gustó la reacción de la gente, y si llego y no lo uso me reclaman” dice entre risas.
Junto al u,u,u,u, muy similar al canto del buho y el silbido para llamar la atención, es reconocido por el uso de la palabra “comandante” , expresión que usa para dirigirse a sus clientes.
“Esa palabra se me quedó cuando pagué mi servicio militar en el cuarto contingente del 86 en el batallón Batalla de Palacé y como allá todos son comandantes, a mí se me quedó” cuenta este personaje tulueño que siempre tiene una expresión de alegría en su rostro.
El legado de Lenín
Una de las labores que desarrolla con pasión es la venta cada sábado de EL TABLOIDE. Llegó a esta tarea a través de Lenín, el hombre que distribuyó durante muchos años la prensa en la esquina de la carrera 26 con calle 26 en el andén del antiguo Bancafé, hoy día Davivienda.
“Recuerdo que llegué y le dije: Lenín, póngame hacer algo y me dio un paquete de Tabloides y con ese plante empecé hasta que yo me hice el propio”, comenta.
Añade que hoy sus clientes están fidelizados, a tal punto que les deja los ejemplares y le pagan a los 30 y hasta 90 días; es plata que recauda junta y le sirve de ahorro.
“Tengo clientes como la señora madre de Carlitos Valencia que, cada sábado, me espera con el tinto y el pandebono”, relata este rebuscador que hace la mensajería en Practicar, la escuela de conducción de sus hermanos y, en días como la fiesta de las madres, de la mujer o amor amistad, también vende claveles y rosas.
El rey de la fritanga
A la mensajería, la venta de periódicos, “Pijama” le suma la venta de fritanga en las canchas. Segun cuenta, esa actividad por la que también es famoso la empezó a ejercer al ver que un amigo suyo conocido como “La Fiera” vendía las gaseosas y cervezas.
“Yo se las compro a una señora y me gustan porque los productos que hace son con las fórmulas caseras” asegura y añade que lo que él frita son los chorizos y los salchichones, que junto a las empanadas son las que más vende.
Reconoce que lo único malo es que estando en las canchas le piden cuotas para el botello y termina en unas borracheras tenaces. “Un día aparecí en Riofrío, no se cómo y el policía que me conocía me llevó a dormir a la estación” cuenta en medio de risas.
Corazón solitario
Un dato para las interesadas en conquistar a este veterano de 58 años de edad, trabajador y honesto, es que desde hace 15 años está solitario. “Hace un tiempo tuve una relación con una muchacha, ella tiene un hijo e incluso le dí el apellido, pero se fue y no volví a saber nada de ella”, dice Diego Fernando Hurtado Romero. “Pijama”, el hombre de la sirena y el silbido para anunciar sus ventas, todo un personaje que ama vivir, pues parodiando a la vicepresidenta aquí vive sabroso.