Según lo relata, pinta desde que tiene uso de razón, pues en la escuela y colegio admiraban la calidad de sus dibujos en los que ya empezaba, sin saberlo, a impregnar sus pinceladas.
Fue hasta cuando la vida lo llevó a la Policía Nacional como instructor académico en la escuela Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez de Manizales, donde uno de sus superiores descubrió su talento y lo adentró al mundo de la pintura, los pinceles y los óleos y desde entonces camina por ese sendero.
Su pasión por el arte pictórico lo llevó a investigar en los libros sobre el arte, iniciando una travesía que hoy le permite tener en su haber más de 300 obras de diferentes temáticas, las que ha exhibido en diferentes muestras, incluyendo las plataformas digitales que se han convertido en su mejor galería.
Tuluá le abrió sus puertas
En el año 1989 la vida lo trajo hasta el Valle del Cauca y de manera especial a la escuela de policía Simón Bolívar, donde de forma definitiva se encontró con el hábito de pintar. Desde hace 34 años se convirtió en un tulueño más y se enamoró de esta tierra donde cimentó las bases de su familia.
Estando en la Esbol y por insinuación de la esposa de quien por esas calendas era director del centro de formación policial, se conctactó con Nilsa López de Espejo, quien le encomendó la tarea de elaborar un retrato de don José W. Espejo y fue allí donde descubrió sus dotes de retratista. Son obras que hace por encargo, pues es una tarea en la que debe invertir entre 20 y 25 días.
«Un retrato es una obra que se hace de manera minuciosa y mucho más cuando estos se plasman en un óleo, porque obliga al seguimientos milimétrico del rostro que tiene rasgos especiales e imperceptibles a simple vista, un lunar, una cicatriz, una arruga marcan la diferencia» dice Zambrano, quien se define como un artista que se ubica en el Realismo Exhuberante, muy próximo al Hiperrealismo, técnica que engaña a la vista, pues se puede confundir con una fotografía.
Varios de sus retratos hacen parte de las galerías en las cuarteles de la Policía en el Valle y otras zonas del país.
Una exposición para el mundo
“El momento en que de verdad me sentí reconocido como artista de mucho valor, a nivel mundial, fue cuando en abril del 2014, mis obras por solicitud que me fue enviada, entraron hacer parte de la página inglesa, creada por Beatrice Cloake, denominada Los 100 grandes maestros del fine art contemporáneos.
En el sitio están los más destacados pintores del mundo. Por ahora soy el único pintor colombiano que hace parte de ese grupo, tal parece que la calidad de mi trabajo artístico me llevó a esta maravilloso privilegio, esta es mi mayor satisfacción, hasta ahora”, comenta el artista nacido en Cumbitara, en el departamento de Nariño, y que según el censo tiene una población de 5948 habitantes y se sitúa a 164 kilómetros de San Juan de Pasto, la capital del departamento.
Admiración filial
Aunque luego de 47 años de trasegar por el arte y después de haber consumido abundante literatura de consagradas figuras de la pintura en el orbe, hoy su admiración se centra en su hijo Hernán Zambrano, radicado en Francia y quien se forja su propio estilo. «A él, la hermana y la mamá lo motivaron a ingresar a la facultad de Medicina y tras hacer el premédico, dio el salto y comenzó su carrera en artes plásticas; ahí sigue su camino en el que nunca influí, pues como me pasó en mis inicios le resultaba fácil dibujar y por eso se ganó en varias ocasiones el concurso interno del colegio Franciscano para ilustrar la cartilla institu-cional», precisa Zambrano, un artista 100% empírico que ya jubilado de la docencia policial pasa sus días bajo el abrazador olor del campo andaluz, renovando cada día la pasión inagotable por pintar.