Sentado en un butaco y con la mirada puesta en la cancha uno del complejo deportivo de la Escuela Carlos Sarmiento Lora, encontró EL TABLOIDE a César Freddy Arce Valverde, un bugueño de pura cepa radicado hoy en Tuluá y quien a sus 74 años se niega a irse de los rectángulos de juego en los que cosechó alegrías y le permitió estar al lado de leyendas del balompié mundial, uno de ellos el mismísimo Rey Pelé.

Desde que tiene uso de razón, César Freddy Arce Valverde, ha tenido el ba-lón de fútbol como su com-pañero de vida. Hoy comparte su experiencia de vida con los ni-ños y jóvenes de la escuela Mar-quez Rodríguez.
Conserva como en sus inicios una alta dosis de humildad, la misma que le permite hoy sentarse bajo el inclemente sol sabatino para dirigir a sus pupilos del Club Marquez Rodríguez FC, integrado por una camada de chiquillos que como él sueñan con enfundarse un día la casaca de un equipo grande de Colombia o bañarse de gloria luciendo el amarillo, azul y rojo de la Selección Colombia.
De Buga para el mundo
La Ciudad Señora de Colombia lo vio nacer y desde muy chico mostró sus dotes futbolísticas con las que se paseó por las canchas de su pueblo natal, donde se ganó un espacio. «Yo fui desde mis inicios un jugador agresivo, fuerte y con decisión, pero nunca violento, condición que me abrió las puertas del Independiente Santafé donde jugué una temporada. Pasé luego al Deportivo Pereira hasta llagar al Deportivo Cali donde alcancé mi más alto nivel, disputando incluso la final de la Copa Libertadores de América ante el Boca Junior de Argentina y que se nos fue por esas cosas del fútbol», dice el futbolista en uso de buen retiro.
¿Qué pasó en la final?
La final de ida se jugó el 23 de noviembre de 1978 en el Estadio Olímpico Pascual Guerrero de Cali, donde ambos equipos empatarían 0 a 0. Y la final de vuelta se jugó cinco días después en La Bombonera en Argentina, en donde el onceno Xeneize venció a los verdiblancos 4×0, resultado que le daba el título y lo convirtó en bicampeón del certamen.
«La verdad es que de ese partido yo he hablado poco, pero siempre he pensado que ahí pasaron cosas extrafubolísticas, pues era una época donde no había control al doping y recuerdo que los de Boca corrían como locos, se caían y se levantaban como con resortes y de la boca les salía como babasa» recuerda Valverde, quien hizo parte de la escuadra azucarera, la primera en clasificar a una final del torneo continental y uno de los más antiguos del mundo.
Es lo mejor de la vida
Para este bugueño que reconoce que jugó fútbol desde que nació y que hasta hoy sigue vibrando con el deporte de multitudes, el haber llegado al profesionalismo fue lo mejor y reconoce que como ahora ganó el dinero para vivir, que le faltó quizá una cultura de ahorro. «Yo me conseguí mis cositas y gracias al fútbol nunca se extravió la «papita» y quedó dónde meter la cabeza» comenta el deportista que, a pesar de los años, conserva su delgadez y se mantiene en buena condición física.
Porqué Valverde
Aunque su apellido paterno es Arce, el mundo del balompié lo conoció como Valverde, apellido de su progenitora. «Eso tiene dos explicaciones, dice César Freddy al tiempo que cuenta que en la época cuando nació, el matrimonio de sus padres no se había consolidado y se le registró con el materno y la segunda es que, en la Buga de los 50, los Valverdes eran más populares que los Arce y terminó predominando el de mi madrecita», precisa este volante de primera línea a quien en su época del fútbol amateur lo apodaban «Charol» y ya en la gran carpa del rentado nacional lo apodaron «El sastre», por aquello que con él en la cancha pasaba la pelota pero no el hombre.
«Ese fue un concepto infundado, porque muchos confundían agresividad con juego violento y nunca lo fuí, pero eso sí nunca daba un balón por perdido» comenta Valverde, quien vistió en muchas ocasiones la camisa de la Selección Colombia y quien recuerda con especial afecto un gol que le marcó a Venezuela. En total anotó 25 dianas, todas ellas de buena factura.
¿El de antes o el de hoy?
Ante esa pregunta César Freddy Arce Valverde, no duda en decir que le gusta más el fútbol de hoy, pues tiene la tecnología a su favor. «Antes los futbolistas éramos muy silvestres y llegábamos porque alguien nos veía y nos llevaba a un club, pero hoy hay procedimientos médico-científicos que potencian al jugador saben a qué velocidad y cuánto corren, se pulen sus condiciones técnicas y se han logrado valorizar mucho más» indica el hombre que sigue detrás de la pelota con la que, al parecer, firmó un contrato eterno.