Con 31 años, el hijo único de Santos y María se sintió blindado. Hábitos sanos, pero ¿alguna comorbilidad? «Ninguna, además soy muy meticuloso con el aseo», responde Miguel a la AFP.
Sin embargo, contrajo el nuevo coronavirus quizá —recapacita— en un descuido con el tapabocas en un mercado. Su vida estuvo en suspenso durante casi un mes dentro del Hospital El Tunal, en el sur de Bogotá.
Tecnólogo en finanzas, Miguel es del grupo etario (20 a 39 años) que más contagios suma en Colombia, siendo el 45% de los más de 90.000 infectados según las estadísticas oficiales.
Bogotá, con el 30% de los casos informados en Colombia y casi ocho millones de habitantes, es el epicentro de la emergencia.
En esta ciudad el 14% de los 146 pacientes con covid-19 en terapia intensiva tiene entre 20 y 39 años, aunque la tasa puede ser mucho más alta dado que los casos probables triplican los confirmados en las mismas condiciones.
Y aunque su mortalidad es baja (5%) con respecto a las personas entre 60 y 99 años —donde trepa hasta 73%— un número creciente de contagiados jóvenes está llegando a las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI).
Sueños caídos
Bogotá supera el 70% de ocupación de las UCI, y en varias de ellas hay jóvenes como Miguel batiéndose con la muerte cuando, en teoría, esas unidades debían estar reservadas para los más vulnerables por la edad y dolencias preexistentes en momentos en que se acelerara la propagación del virus.
«Me relajé, pero la que se está enfermando es la juventud», Miguel reflexiona a la AFP en su modesto cuarto con ventana a la calle donde debió aislarse diez días tras salir del hospital el 15 de junio.
La semana pasada recibió el resultado que lo declaró libre del virus aunque no de las secuelas. Junto a su cama reposan unas muletas.
Miguel desarrolló el trastorno de pie caído que le impide levantar la extremidad izquierda. Los médicos no saben si «el pie perdió la memoria» por efecto directo del virus y si podrá recuperarse plenamente.
En el trance, la psicóloga Alejandra Cortés le hizo escuchar videos familiares de aliento. De eso fue enterado tras superar el coma inducido.
En la evaluación posterior le descubrieron una nueva falla respiratoria. Tuvo que ser intervenido para drenar uno de los pulmones. Miguel recuerda bien lo doloroso que fue.
«Esta enfermedad atrasó demasiado mis proyectos… o los arruinó», sostiene. Antes de que empezara la emergencia sanitaria, había renunciado a su trabajo en una óptica para montar un negocio propio.
Cada vez más jóvenes
John Parra, de 38 años y jefe de cuidados intensivos del hospital adonde llegó Miguel con la respiración cortada, ha visto cada vez más «gente en edad productiva» pendiendo de un respirador conforme se ha relajado el confinamiento que ya completa cien días.
«No hay nada escrito con esta enfermedad y estamos viendo que se están enfermando más jóvenes en nuestra sociedad, porque son los que están saliendo más (del encierro)», añade.
El primer paciente de Parra que no logró sobrevivir a este virus fue su colega de 33 años, un especialista sin «ningún antecedente» médico. «Lo ingresé en mi turno, y le dije toda va estar bien (…) Luchó doce días».
Los médicos y expertos hacen énfasis en el mensaje que recibieron los jóvenes al comienzo de la emergencia, cuando el gobierno colombiano decretó un encierro estricto para 2,6 millones de personas mayores de 70 años que irá hasta finales de agosto.
Sin embargo, presionado por la crisis económica, ha ido liberando más actividades, pese a que a diario crecen los casos confirmados y las muertes.
«La gente adulta se guardó, mantuvo sus protecciones y ¿qué hizo la gente joven? Pues salió y se expuso más, y en este momento se ven los efectos», señala Fernanda Castañeda, jefe de enfermeras de UCI del Hospital El Tunal.
Sin embargo, el regreso a una cuarentena más estricta no parece una alternativa. «Los jóvenes decidieron salir: ya no tienen miedo a contagiarse. Es un fenómeno global e irreversible», escribió el exministro de Salud Alejandro Gaviria en Twitter.
En medio del pitido de las máquinas de cuidados intensivos, Castañeda se angustia con el recuerdo.
«El último que falleció tenía 38 años, eso realmente nos golpeó en la unidad». Afuera, familiares envían mensajes de voz y video para los pacientes en coma inducido.
Tomado de Canal1