El Viernes Santo corresponde al segundo día del Triduo Pascual, periodo que abarca desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección, y constituye el núcleo central de la Semana Santa. Este día no solo evoca un hecho histórico y religioso, sino que invita al recogimiento, a la reflexión y al silencio interior.
Una fecha móvil con sentido profundo
La celebración del Viernes Santo varía cada año, ya que está determinada por el calendario lunar. Se celebra el viernes anterior al Domingo de Resurrección, y suele caer entre marzo y abril, coincidiendo con la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
Más allá de la fecha, lo que permanece es el significado espiritual: es un día de duelo, ayuno y contemplación, donde millones de creyentes alrededor del mundo recuerdan el sacrificio de Cristo en la cruz.
¿Qué pasó el Viernes Santo?
Según los relatos bíblicos, Jesús fue apresado tras ser traicionado por Judas Iscariote. Fue llevado ante Poncio Pilato, quien, aunque no encontró culpa en él, cedió ante la presión de los líderes religiosos y de la multitud que pidió liberar a Barrabás en su lugar.
Jesús fue azotado, despojado de sus vestiduras y obligado a cargar su cruz hasta el Gólgota, donde fue crucificado junto a dos ladrones. A la hora novena (alrededor de las 3 p.m.), exhaló su último aliento. Las escrituras relatan que entonces el cielo se oscureció, el velo del templo se rasgó y la tierra tembló.
Su cuerpo fue reclamado por José de Arimatea, quien lo sepultó en una cueva cerrada con una gran piedra, lugar del que, según la fe cristiana, resucitaría al tercer día.
Cómo se vive el Viernes Santo
Durante este día no se celebra la Eucaristía. En su lugar, las iglesias realizan la Liturgia de la Pasión del Señor, que incluye la lectura de la Pasión, la adoración de la cruz y la comunión. Se acostumbra el rezo del Vía Crucis y se promueve el ayuno y la abstinencia como signo de penitencia.
Los templos se visten de sobriedad y los sacerdotes usan vestiduras rojas, símbolo de la sangre derramada y del Espíritu Santo. Es un día de silencio profundo y oración, donde se revive el dolor, pero también la esperanza de la promesa cristiana: la resurrección.
Una invitación a la introspección
Más allá de los rituales religiosos, el Viernes Santo es una oportunidad para hacer una pausa, cuestionarse el rumbo de la vida y reconectar con los valores fundamentales del cristianismo: el amor, el perdón y la entrega por los demás.