La víctima, que presentaba alto grado de descomposición y tenía sus brazos amarrados con una cuerda, no portaba documentos que lo identificaran, razón por la cual su cuerpo pasó a la sede del Instituto de Medicina Legal, donde se logró establecer que se trataba de Jimmy Aguirre Hernández, de 18 años de edad.
La noticia sobre el hallazgo de este cadáver se conoció ampliamente en la ciudad pero de manera particular en el seno de una familia del corregimiento de Bocas de Tuluá que, cuatro días antes, había reportado la desaparición de uno de los suyos.
La triste confirmación de que sí se trataba de la misma persona que buscaban se produjo en la mañana del jueves, cuando se efectuó el cotejo dactilar de la víctima.
Según familiares de Aguirre Hernández, el joven salió de su casa a las 11 y 30 de la noche del sábado 26 de junio, tras recibir una llamada a su celular. “Le indicó a su mamá que iba para una fiesta en la urbanización San Francisco, se montó en su bicicleta con nada más que un buzo, pantaloneta y zapatillas deportivas”, dijo uno de sus allegados
Pasadas las horas, su señora madre, al ver que el hombre no llegaba a la casa decidió llamarlo pero no obtuvo respuesta; desde ese momento empezó la búsqueda, aunque lo único que encontraron fue el vehículo en que se movilizaba y abandonado en la Urbanización donde fue visto con vida por última vez.
Finalmente sus cercanos indicaron que la joven víctima, que adelantó estudios en la institución educativa Técnica de Occidente de este municipio y desempeñaba labores del campo en la finca Santa Librada, ubicada en el corregimiento donde residía, no participó en las manifestaciones en el marco del paro nacional.
Con este ya son tres los jóvenes que, en las últimas semanas de junio, aparecen sin vida tras ser reportados como desaparecidos.