Cada diciembre, las calles comerciales solían llenarse de luces, vitrinas decoradas y compradores recorriendo tiendas en busca del regalo perfecto. Hoy, esa escena empieza a desdibujarse. La Navidad del 2025 confirma una tendencia en ascenso: cada vez más personas prefieren hacer sus compras navideñas desde el celular, a través de redes sociales y plataformas digitales, dejando de lado las tiendas físicas…¿Usted es uno de ellos?
La comodidad es el principal argumento. Comprar sin filas, comparar precios en segundos y recibir el producto en la puerta de la casa resulta tentador en una época marcada por el afán y el poco tiempo. Las redes sociales, además, han perfeccionado el arte de vender: anuncios personalizados, transmisiones en vivo y promociones que convierten el “scroll” en una vitrina infinita….¡Añañaiii!
Sin embargo, este nuevo estilo de consumo también deja interrogantes. Los comercios tradicionales, muchos de ellos pequeños y familiares, sienten el impacto directo de una clientela que ya no camina las calles ni entra a los locales. Se pierde, además, la experiencia humana: el saludo del vendedor, la recomendación cercana y el ritual social que hacía de las compras navideñas un encuentro, no solo una transacción…¡Y también se pierden muchos empleos!
Los comerciantes van con preocupación como las plataformas digitales les quitaron un buen número de clientes en esta temporada.
La Navidad digital avanza sin freno, pero vale la pena preguntarse si, en medio de la eficiencia y la inmediatez, no estamos sacrificando parte del espíritu que hacía especial esta temporada. Tal vez el reto esté en encontrar un equilibrio entre la tecnología y el apoyo al comercio local, para que la Navidad no sea solo un clic, sino también una experiencia…¿Desaparecerá el Niño Dios?
La mañana del jueves, la Villa de Céspedes volvió a ocupar titulares nacionales, una vez más por causa de la violencia. El asesinato de Gilberto de Jesús Calao, director de la oficina seccional de la DIAN, ocurrido cuando se desplazaba hacia su lugar de trabajo por el barrio El Jazmín, deja al descubierto no solo la gravedad del hecho sino también las profundas falencias en materia de seguridad en la ciudad…¡Lo demás es bla bla bla!
Como ya es costumbre tras este tipo de sucesos, las autoridades anunciaron el inicio de las investigaciones correspondientes. Sin embargo, resulta preocupante que, nuevamente, estas pesquisas deban apoyarse en cámaras de seguridad privadas, ante la ausencia de un sistema público de videovigilancia eficiente, prometido desde hace años por el Gobierno Nacional y que aún no se materializa…¡Y nadie hace nada, ni alcaldía, concejales, líderes comunales, dirigencia gremial, nadie presiona!
El de Tuluá es el único alumbrado que esta encerrado ¡plop!
Preguntas pendejas. ¿Cómo va la investigación sobre el sádico que violó y golpeó a una joven deportista en el trayecto de la transversal 12 entre el cruce a Aguaclara y el nuevo terminal, o ya lo identificaron?
¿Será verdad, mentira o chisme, que ya existe un grupo de personas que están recorriendo sitios denominados críticos como la transversal 12 vía al terminal y la vía a El Picacho para “cazar a estos depravados” y dales su merecido?
¿Habrá decreto de la alcaldía para aprobarle la prima a los taxistas o ellos incrementarán el precio este fin de año a su parecer?
Estamos cerrando el 2025 y las noticias violentas generadas en Tuluá nos siguen dejando muy mal parados en el contexto nacional.
Con el paso de los años, muchas costumbres que daban calidez y sentido a la Navidad se han ido perdiendo en el silencio del tiempo…¡Añañaiii!
Una de ellas es el envío de las tradicionales y creativas tarjetas navideñas impresas, aquellas que llegaban por correo o se entregaban en mano y que, con orgullo, adornaban los árboles de Navidad en los hogares o en las carteleras de las empresas e instituciones…¿Todo quedó en el olvido, qué tristeza!
Cada tarjeta llevaba algo más que un saludo: contenía dedicación, tiempo y afecto. Era una forma sincera de decir “te recuerdo” y “te deseo lo mejor”, sin prisas ni pantallas de por medio. Hoy, esa magia parece haberse diluido entre mensajes rápidos de WhatsApp o publicaciones impersonales en Facebook, que llegan y se olvidan con la misma velocidad con la que se envían. Porque en la Navidad no solo se trata de saludar, sino de sentir. Y en esa carrera digital, poco a poco, se nos está escapando el alma de las tradiciones…¡Decía mi abuelita, todo tiempo pasado, fue mejor!
La falta de oportunidades laborales en Tuluá sigue empujando a muchos ciudadanos a buscar el sustento diario como sea, y uno de los caminos más transitados ha sido el del transporte informal en moto, conocido popularmente como motorratón. A esta actividad no solo se han sumado tulueños, sino también personas provenientes de otros municipios, atraídas por la necesidad y el rebusque, situación que, para muchos, ha venido acompañada de un aumento en la sensación de inseguridad…¿Será que hay que tomarle una fotografía antes de montarse en la motocicleta?
Y es que el riesgo no solo está en el trayecto, sino también en el momento de pagar. Más de un usuario ha vivido la escena: usted se baja, estira la mano, entrega un billete de alta denominación… y en cuestión de segundos el conductor acelera, se pierde entre el tráfico y deja al pasajero viendo un chispero, sin vueltas, sin cambio y sin consuelo. Si va a usar este servicio, lleve el dinero justo, cuente los billetes y no dé papaya. En tiempos de rebusque extremo, más vale prevenir que quedarse a pie, ¡sorprendido y con la anécdota amarga para contar…Están advertidos y después no digan que no sabían!









