Después de su desastroso paso por la alcaldía de Bogotá se sabía de la incapacidad de Gustavo Petro Urrego para gobernar, planificar para ejecutar un plan de gobierno reflejado en obras civiles a lo largo y ancho del país, en mejorar el sistema de salud, consolidar un sistema educativo de calidad, en entregarle viviendas a familias pobres, en subsidiar a los jóvenes deseosos de estudiar en una universidad, en fin, hacerle la vida más llevadera a los más necesitados.
Nada de eso ocurrió, pudo más el discurso mentiroso, populista y demagógico que desde el día uno de su presidencia viene adelantando, superando de lejos las terribles predicciones de sus contradictores; los electores hicieron oídos sordos y Petro salió elegido presidente con la ayuda de instrumentos ilegales en la financiación de su campaña y el apoyo electoral de bandidos, conocido como el “pacto de La Picota”.
Hoy, Petro no gobierna, está dedicado a organizar eventos electorales de apoyo al Pacto Histórico disfrazados de “informes presidenciales”, donde en un estado de febrilidad tóxica se refiere a temas que van desde el clítoris de las mujeres hasta la inevitable descertificación en la lucha contra el narcotráfico expedida por el gobierno de Trump, después de confirmarse el mar de coca en que nada Colombia, con casi 300 mil hectáreas sembradas y en crecimiento exponencial, además del descarado apoyo al cartel madurista de los soles en Venezuela.
Hoy, Colombia funciona y se mantiene no por el gobierno, si no a pesar de él, gracias al trabajo de millones de personas y empresas que todos los días se levantan a pelear con los impuestos de la DIAN, las extorsiones de los bandidos y la violencia generalizada. Hablar hoy de nuestra nación como un país inviable es duro pero real, allá nos llevó Petro y su enfermiza megalomanía.
Para tapar esta atroz ineptitud Petro convocó reunión de gabinete el 7 de septiembre al Goebbles criollo, a Hollman Morris, para que con el presupuesto de la RTVC inunde las redes sociales con pauta digital pagada con multimillonarios contratos a mercenarios digitales que sin pestañear mienten y calumnian a la oposición.