El momento más conmovedor de la velada llegó cuando el tenor italiano Andrea Bocelli y el rapero estadounidense Jelly Roll interpretaron el clásico himno religioso Amazing Grace, mientras la imagen del pontífice iluminaba el cielo romano. La unión de estilos tan distintos, acompañada por el despliegue lumínico, simbolizó la diversidad cultural y la fuerza de la música como vehículo de unidad.
El homenaje formó parte del cierre del Tercer Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, iniciativa surgida a partir de la encíclica Fratelli Tutti (Todos Hermanos) de 2020, uno de los textos más importantes del entonces papa Francisco, que invita a construir un mundo basado en la paz, la solidaridad y la fraternidad universal.
El concierto, co-dirigido por Pharrell Williams y Bocelli, reunió en el escenario a artistas de talla internacional como John Legend, la franco-beninés Angélique Kidjo y el rapero tailandés BamBam, reforzando el carácter global del espectáculo.
Aunque el actual pontífice, León XIV, no estuvo presente en el evento —según lo indicado en su agenda oficial—, su mensaje de apoyo fue transmitido a los asistentes el día anterior. “El mundo está marcado por conflictos y divisiones, y ustedes están unidos en un fuerte y valiente ‘no’ a la guerra y ‘sí’ a la paz y a la fraternidad”, señaló.
Con capacidad para decenas de miles de personas, la Plaza de San Pedro recibió multitudes que vivieron un espectáculo sin precedentes, que combinó música, espiritualidad y tecnología, y que fue transmitido en directo por cadenas de televisión de Europa y Estados Unidos, llevando el mensaje de fraternidad a todo el mundo.