Caramanta, jurisdicción del corregimiento de El Guayabo, zona rural plana del municipio de Bugalagrande, se ha convertido con el paso del tiempo en una especie de puerto sobre el río Cauca y es hoy punto de desarrollo turístico a donde llegan cada fin de semana centenares de centrovallecaucanos en busca de la rica gastronomía, rumba y diversión, pero es además un punto estratégico de comunicación fluvial con Bolívar, Riofrío y Trujillo, entre otros municipios.
Desde finales del siglo XIX y por iniciativa de un hacendado de la región empezó a funcionar allí una barca y desde ese momento se convirtió en el vehículo ideal para ir de un territorio a otro usando el cauce tutelar de los vallecaucanos. Por décadas la estructura metálica, movida por contacto eléctrico, ha transportado a pasajeros, vehículos, cosechas, acortando la distancia para comunicar al centro con el norte del Valle. Hace ya un par de años la vieja barca fue jubilada pues presentaba averías y representaba riesgo para quienes la usaban a diario.
Atendiendo el fallo de una acción popular la Gobernación del Valle emprendió la construcción de una nueva barca y la verdad sea dicha supera por espacio y modernidad a la anterior, pues se construyó usando materiales propios de los barcos que llegan y salen de los puertos marítimos.
En febrero del 2025 el departamento recibió la nueva barca de Caramanta, pero además acondicionó los accesos con pavimento rígido y todo parecía ir de maravilla para los usuarios permanentes o los que llegan cada fin de semana de turismo. Seis meses después la barca sigue paralizada a orillas del río, a la espera de poder servirle a la gente. Lo triste del tema es que para que eso pase faltan varios meses, pues nuestro país sigue nadando en un mar de trámites y enfrentando una falta de voluntad política que se percibe en las decisiones que deben tomar.
En este caso puntual, apenas hasta el martes de la semana que termina llegó una funcionaria del Ministerio de Transporte para verificar la calidad y las condiciones técnicas de la barca y, según lo expresado, está en perfectas condiciones y responde a los estándares establecidos por las normas, pero ese solo es un paso de los muchos que faltan.
Según lo informado, todavía se debe adelantar el proceso de matrícula de la nave, vincularla a una empresa legalmente reconocida de transporte fluvial, adquirir las pólizas y por último reunir a la comunidad para plantear las tarifas que se van a aplicar y las cuales dependerán de la manutención de los dos barqueros que deberán estar a cargo de la embarcación. Yéndole bien, y si no se presenta ningún tropiezo, es factible que antes de terminar el 2025 las aguas del río Cauca sean surcadas por la nueva barca de Caramanta.
Por esa razón hacemos el llamado a senadores, representantes a la cámara, diputados y concejales, que tantas veces han cruzado el río en busca de votos, se conviertan en los padrinos de este proyecto y logren en la brevedad del tiempo que todos los permisos queden aprobados y no seguir sometiendo a los ciudadanos al peligro tener que cruzar el río y una pequeña canoa a motor que no ofrece las garantías necesarias.
Ahora bien, sería bueno que la gobernadora Dilian Francisca Toro honre su palabra comprometida en su primera administración y explore la posibilidad de construir un puente vehicular, obra que convertiría a la zona en el eje del desarrollo económico a partir de la oferta turística y diversa.