Al momento de escribir esta nota, martes 27 de mayo, nos encontramos expectantes por las secuelas que dejará la convocatoria a un paro nacional que ordenó el presidente Petro y es obedecido por los mismos de siempre: los maestros activistas de Fecode, los instructores del SENA y los llamados trabajadores estatales que no es otra cosa que los funcionarios del gobierno, empleados que casi todos ganan salarios muy por encima del promedio nacional, cobijados por convenciones colectivas que no tienen la mayoría de trabajadores colombianos, pues estos últimos hacen parte de la pequeña y mediana empresa, del mundo de la informalidad, del rebusque diario, para los cuales la reforma laboral del petrismo no les dice nada, no existen, son como fantasmas que sostienen la economía nacional y el paro no es a favor de ellos, es contra ellos, pues si las marchas terminan en vandalismo y violencia, los informales no tendrán dinero para llevar a sus hogares.
El paro es solo de la gente del gobierno nacional; el sector productivo real, los trabajadores de la industria y el comercio no pararán, salvo que por la violencia los obliguen, históricamente ha sido así.
El temor de muchos ciudadanos es que este paro les recuerda las violentas jornadas de hace cuatro años, toda vez que es organizado por los mismos que hoy convocan y la comunidad no quiere repetir esa experiencia, otra vez las carreteras bloqueadas, sitiadas sus ciudades, sin alimentos, sin educación y sin salud. Pero la gente aprende y, con la ayuda de los gobiernos locales, de la policía y Fuerzas Armadas, deben aislar a los pequeños pero agresivos colectivos de la primera línea que intentarán nuevamente repetir lo del 2021.
No se puede desestimar la capacidad del gobierno Petro para intentar chantajear a la sociedad entera, arrinconar a sus opositores e imponer por las malas aquello que en franca lid democrática perdió, como la consulta popular que hundió el Senado de la República. En Buga, por ejemplo, no queremos volver a ver a un activista analfabeto ordenándole a un alcalde cuándo se permitirá o no, el ingreso de gasolina y alimentos a nuestra ciudad, como se vio hace cuatro años.