Con mucha alegría y con la fe de participar en un acto importante en la pasada Semana Santa, pude ver a través de los medios de comunicación el Santo Viacrucis con su santidad el Papa Francisco, en la plaza de San Pedro, el cual fue orientado a reflexionar acerca de la situación de los niños. Con reflexiones muy sencillas pero muy profundas, varios niños fueron leyendo cada una de las estaciones en las cuales el Papa Francisco escuchaba y oraba con mucha atención. Sin embargo, ese acto de piedad que nos recuerda el camino de la cruz de Jesús hasta su muerte, se traduce en un completo viacrucis que están viviendo nuestros niños en la Colombia de hoy.
Ya se ha vuelto pan nuestro de cada día el escuchar y ver en las noticias que nuestros niños son atropellados en sus derechos mas primarios como el derecho a la vida (muchos de ellos ni siquiera nacen porque son víctimas del aborto con el permiso de las normas vigentes en Colombia) a muchos de ellos, los corruptos de turno, les roban su alimentación en los programas del PAE. Muchos de nuestros infantes no pueden ni siquiera acceder a una escuela para formarse porque se robaron los recursos para esa escuela o porque no se nombran los docentes para cumplir esa loable labor. Varios de nuestros niños mueren en las puertas de un hospital porque no son atendidos a tiempo gracias a que las EPS no le pagan a los hospitales los recursos para la salud. Y así podríamos enumerar cientos de situaciones donde nuestros niños viven un verdadero viacrucis diario.
Decir que nuestros niños son el futuro de Colombia es una frase de cajón. Sin embargo, todos unidos debemos hacer esfuerzos ingentes para que nuestros niños tengan mejores oportunidades de vida de salud, de estudio, de juego, de diversión para que ellos, que son los amados de Jesús, vivan como se lo merecen: de la mejor manera posible.