“Con mucha alegría recibimos los católicos del mundo el nombramiento de un nuevo pontífice. Después de un cónclave bastante ágil, los cardenales entregaron la responsabilidad en la persona de monseñor Robert Francis Prevost, nacido en Estados Unidos pero con una gran influencia latina debido a su labor pastoral en el Perú donde adquirió, incluso,“su nacionalidad.
En los pocos días de su labor pontificia ha dejado en claro varias cosas: en primer lugar, el tomar el nombre de León XIV nos permite recordar que seguirá el testimonio y el legado de León XIII, quien en la RERUM NOVARUM el 5 de mayo de 1891 dio inicio a la visión social de la iglesia en la cual los trabajadores, los pobres, los marginados y la paz son temas imprescindibles para la iglesia universal.“
Desde su primera aparición y las homilías siguientes han permitido demostrar que la paz en el mundo entero será una de sus prioridades y que luchará para que quienes están en conflicto armado lleguen a consensos para alcanzar el don que Jesús nos trajo desde su nacimiento y el saludo de Jesús después de su resurrección y para alcanzar este cometido ha ofrecido la santa sede para diálogos que lleven a terminar las diversas confrontaciones armadas.
“En su primera presentación dominical, hecho que ha marcado la historia de los diversos pontífices desde hace muchos años, hizo un llamado personal a todos los jóvenes para que se acerquen a Jesús, para que fortalezcan su vida espiritual y sean de verdad un motivo de esperanza para la iglesia universal mostrando así, como lo hicieron sus antecesores Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco el gran amor y la confianza que tiene la iglesia en los jóvenes y en el deseo de que ellos sean modelos de vida cristiana.
“Con gran esperanza recibimos como un regalo del cielo, la presencia de su santidad León XIV y pedimos al Dios del cielo que lo siga iluminando para que la única iglesia fundada por Jesús siga siendo modelo de paz, de solidaridad, de convivencia y de encuentro de la humanidad con Dios.