Mientras avanza la vacunación sobre el “bicho” en todo el territorio colombiano, son muchos los colombianos que esperamos ilusionados el turno para que nos apliquen el biológico, sin embargo, todo parece indicar que primero nos clavarán, perdón, vacunarán con una nueva reforma tributaria.
No es posible que en la peor época por la que pasan muchas personas y empresas en el país, el gobierno de turno pretenda establecer un mecanismo para sacarles del bolsillo a los colombianos $30 billones de pesos, mientras el mismo gobierno va a realizar compra de aviones y armamento que rondan los $14 billones. Literalmente esto es una “avionada”.
Para las próximas jornadas del día sin IVA, las cuales son tres en el año, ya no veremos a cientos de personas comprando televisores, computadores, celulares, neveras, ropa, entre otros, sino que aprovecharán los descuentos para comprar el pan, el café, el salchichón y hasta los huevos.
No hay duda que la clase media será la más golpeada con esta reforma del hambre; pues, aunque muchos la justifican porque se van a gravar impuestos por ejemplo a las gaseosas, creen entonces que se le tocará el bolsillo a Ardilla Lule. Están muy equivocados, porque ellos audazmente trasladan el impuesto al consumidor final, lo que significa que son los pobres los que llevan la peor parte de esta triste historia.
La discusión en el Congreso de la República no será nada fácil, muchos parlamentarios saben de lo impopular de estas iniciativas y deben estar pensando en la próxima campaña electoral que está a la vuelta de la esquina y sí la gente no entiende los argumentos de este proyecto, la herida quedará abierta y será oportunidad de oro para los que se oponen a la misma.
Nadie discute la necesidad de que el papá estado requiere más plata, sin embargo, mientras sigamos conociendo hechos de corrupción, no habrá confianza ni motivación para tributar.