Delicada la situación de la región, de Colombia y del planeta entero.
Los conflictos parecen agudizarse. En lugar de menguar, están escalando. Prueba de ello lo que sucede en el sur del departamento del Valle del Cauca, donde los grupos al margen de la ley, disidencias, durante las últimas semanas han arreciado su accionar.
Ni qué decir del orden público en municipios como Tuluá, Buga, Andalucía y otros de la región como Cartago o Pradera, donde los homicidios no cesan y el asesinato de personas, un alto porcentaje jóvenes y también mujeres, se cometen a plena luz del día.
Las autoridades responsabilizan de esos crímenes, en un buen número, a retaliaciones de bandas delincuenciales por el tema del control del tráfico local de estupefacientes. Incluso, en algunos casos, en municipios como Guadalajara de Buga, se ha llegado a decir, de forma extraoficial, que deudas de los famosos ‘gota a gota’ también tendrían relación en algunos casos.
Pero resulta que si por acá llueve en otras latitudes no escampa. La diferencia es que la violencia en otros territorios no es producto de microtráfico y no hay bandas de sicarios motorizados que cometan los homicidios.
Pero lo cierto es que más allá de lo que sucede en nuestro país, en territorios como el medio oriente, en el sureste asiático, Rusia – Ucrania, se están cocinando conflictos históricos que reventaron desde hace algunos años, pero que no disminuyen intensidad y antes por el contrario esta va en aumento involucrando a más naciones y grupos rebeldes.
Así que el panorama para 2025 es de guerras en vastas zonas del planeta, con el riesgo de que se conviertan en conflictos que traspasan continentes y nos veamos abocados a lo que todos temen, una gran confrontación mundial, donde las luchas internas de nuestras incipientes naciones no son nada en comparación.