Los habitantes del centro del Valle, conocemos la vida fecunda del coterráneo Oscar Londoño Pineda, alcalde de Tuluá, Concejal, Representante a la Cámara, Juez de la República, magistrado, Secretario General de la Aeronáutica Civil.
Las páginas de EL TABLOIDE, siempre han destacado cada uno de sus valores profesionales e intelectuales. Oscar, recibí una llamada, en la que se me dice que hace varios días había fallecido su meritoria y digna esposa, en la ciudad de Bogotá, abogada, egresada de la Universidad del Rosario y jubilada en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
Fue su amada comunera por más de medio siglo, madre de su adorado hijo, David Esteban. Doctor Oscar, he recorrido mentalmente mi existencia desde el momento en que lo conocí, en los caminos de la política. Tiempo después, lo visité en Bogotá, cundo ejercía como Juez de la República y recuerdo, además, cuando apareció en las vitrinas de la ciudad capital, su obra Los Pasos de Egor, en 1975, obra que fue elogiada por los maestros de la crítica litería.
Puedo decir, citando unas palabras de la página 39 de la primera edición del libro recordado. “Entre el torrente de furia que electrizaba el ambiente pasa por su imaginación”… la injusticia que cometió la muerte, con la persona destacada, por la bondad, su solidaridad, amorosa con su familia, respetuosa, amante de la lectura.
Autora de varios libros, entre los que citamos, La lluvia en el Jardín y Comentarios a la obra Literaria de Oscar Londoño Pineda, fue también diseñadora de algunas de las carátulas de varios libros del doctor Oscar. Todos los estamentos de Tuluá y en diferentes espacios rindieron honores al doctor Oscar, en otros dictó conferencias o presentó sus libros y siempre vimos a su lado a la esposa e hijo. Los amores de su vida.
Pensaba yo, en los momentos finales de la doctora Luz Gladys, quien no quería abandonar a su familia, recordando a su esposo e hijo. Seguramente experimentó una conmoción que hizo vibrar todo su ser, Sus recuerdos, por supuesto gratos pasaron por su mente con la rapidez del pensamiento. Apreciado doctor Oscar, comprendemos lo difícil de estos momentos para usted. Pero lo fortalecerá que la madre de su hijo, su esposa fue una mujer inigualable.