Mañana puede ser placentero o doloroso desde una esfera psíquica. Porque la afirmación de la existencia de placeres físicos, no es posible.
Si se tiene en cuenta que todo aquello advertido por la conciencia es necesariamente psíquico.
Y, cuando la sensibilidad se transforma, aparecen entonces, el sadismo, que consiste en gozar con el dolor ajeno, y el masoquismo de gozar con el propio dolor.
Por eso es casi imposible adivinar el porqué de los sentimientos, cuando éstos en su haz de sensaciones e inclinaciones van a cebarse sobre un conglomerado.
La emoción de la ira, que es una locura pasajera, envuelve de tal manera la vida, que no podemos precisar, si su saldo de desolación cuando se empeña en deshacerse de sí misma.
Estudiemos en los más elementales textos de psicología, que “el hombre siente irritación por el solo presentimiento del daño. El mero hecho de la intención, es ya una injuria. Y meditarla es tanto como inferirla.”
Y pensando en la patria, podemos decir que es más fácil expulsar un mal principio que gobernarlo, más fácil admitirlo que moldearlo. No odiar; antes servir. El odio es una reacción violenta contra el obstáculo que se opone a una inclinación.
Así como un enamorado que odia a su rival, porque es un obstáculo para su inclinación.
Ya es tiempo que vuelva el sentido patrio por sus fueros. Patria, es nuestro propio sueño de libertad, fertilizado por sus ríos rumorosos y dulces. Patria es la fe en las ideas que nacen al amparo del trabajo.
Patria, es la tierrita cordial con que aprendimos a escribir con los dedos el nombre de la amada.
Patria es nuestros propios páramos, como Barragán, Patria es la voz del hermano cuando suena sobre la alborada del futuro.
La Patria, es entonces el único lugar del universo donde se puede marcar nuestras huellas sin la angustia dolorosa de la desesperación.