La intención de revocatoria de unas minorías contra varios alcaldes del país, dejan varias reflexiones políticas, entre ellas que no existe enemigo pequeño y que las reacciones de todos los mandatarios cuestionados son muy pobres, a tal punto que se están mostrando asustados.
Lo mas probable es que ninguna de ellas prospere; desde 1991 se han promovido varias de estas acciones y si mal no estoy solo la de Tasco, Boyacá en el 2018 ha salido victoriosa. Y todo porque quienes las impulsan tienen pobres argumentos para convencer a las comunidades de hacer uso de esta herramienta democrática, además muchos de los promotores son solo malos perdedores que se niegan aceptar que fueron derrotados en las urnas.
También es una realidad que algunos mandatarios no han podido conectar con sus comunidades y que a pesar de que estén trabajando y haciendo su mejor esfuerzo por cumplir las promesas de campaña, en las calles no les reconocen o califican bien esas tareas. Algo entonces está fallando y deben aprovechar esta coyuntura para ajustar las cargas, cambiar funcionarios, modificar la estrategia y seguir avante con sus planes de desarrollo.
Tampoco la han tenido fácil los nuevos alcaldes, el “bicho” les cambió por completo sus planes de acción y les afectó drásticamente la caja con lo cual se reducen los presupuestos de donde sale la plata para ejecutar las obras que hoy las comunidades les reclaman.
Ojalá los funcionarios que rodean a los alcaldes entiendan que este llamado de atención no solo es para el jefe, sino también para ellos sobre quienes quizás recaen grandes responsabilidades de esa desaprobación ciudadana; no crean que solo manifestando el respaldo en las redes sociales es suficiente; sus jefes y nosotros necesitamos es que trabajen y cumplan a cabalidad esa dignidad de ser funcionarios públicos.
Alcaldes sigan adelante, no se dejen distraer por una intención de revocatoria, la mejor forma de ganar esa lucha es gobernando bien.