La región centro vallecaucana requiere con urgencia obras públicas necesarias para el crecimiento y desarrollo, no solo de las ciudades intermedias sino principalmente del campo, para que de alguna manera, se cierre esa brecha existente éntre los habitantes del sector rural y urbano que han marcado su historia hasta hoy sin que se adelanten hechos significativos para su cumplimiento, pues no pasan de los discursos de campaña y promesas que no se aproximan a la realidad y por lo general todo se queda en “pañitos de agua tibia”que nunca resuelven los problemas de fondo.
Hace una semana se reunieron en Cali, liderados por la gobernadora Dilian Francisca Toro, las principales autoridades del país, entre ellas, el Ministro del Interior, de Defensa, el Fiscal General de la Nación, con el fin de tomar medidas urgentes para enfrentar la inseguridad que corroe los cimientos de la institucionalidad, tiene en ascuas la población que quiere trabajar en paz, especialmente en las ciudades de Cali, Buenaventura y Tuluá.
Pero lo que importa es que la región va mucho más allá de estas localidades, que por supuesto merecen toda la atención y aquí está el quid de la cuestión, que se quedan solamente allí y de allí no pasan, no abarcan los restantes municipios centro vallecaucanos y en consecuencia los beneficios anunciados ni siquiera los “rozan” y sus pobladores continuarán “mirando p’al cielo” detenido su progreso en el tiempo. Y mientras tanto los alcaldes luchan infructuosamente, con sus escasos presupuestos, por resolver todas las inmensas y ancestrales inquietudes de los habitantes.
Ya es hora que la nueva gobernadora agarre “el toro por sus cachos” en la elaboración del presupuesto departamental, para que fije en forma definitiva, las obras principales que requiere la región, que investigue muy bien en cada localidad, lo más esencial para el bienestar de la vecindad, que la excusa no sea la escasez de presupuesto, sino que oficialice bajo juramento, lo que hará en los 42 municipios, y creemos que es urgente, trabajar por el mantenimiento de las vías terciarias, olvidadas desde tiempos antiguos, que solamente le dedican un reparcheo y eso a las carreras, que queda mal hecho y ni se vigila su construcción y por tanto no duran sino el añito del alcalde de turno. Por favor no más despilfarro de los recursos.
Parece que el gobierno central y sus ministros, estiman que cuando se habla del tren de cercanías, que abarca solamente los municipios de Jamundí, Cali y Yumbo, se refiere a todo el Valle del Cauca, y no es así. Esperemos que adelanten el proyecto, que está pensado desde hace muchísimos años, para ver si de pronto miran más allá de Juanchito, que solo es conocido por su actividad salsera durante la Feria.
Es tiempo de intervenir en Tuluá, la famosa carrera 40, que se ha convertido en una inmenso taller de mecánica y rumba, que impiden la movilidad normal de transeúntes y obviamente de los vehículos automotores, dando pasa momentos de inseguridad insuperables, donde la autoridad es ausente y distante, mientras tanto la ciudadanía sobrevive con la colocación de toda clase de negocios donde el “rebusque” es la fuerza principal de su actuación diaria y constante, pero que no resuelven tampoco sus falencias fundamentales.
No se puede continuar con la manía de las obras inconclusas, y se las dejan a los gobiernos de turno, que por lo regular, si pertenecen a un movimiento distinto, quedan convertidas en “elefantes blancos”.