“Cuanto subes más alto, menos puedes ver” esta frase que hace parte del maravilloso compendio de enseñanzas que dejó La vida es bella, una película de comedia dramática dirigida y protagonizada por Roberto Benigni en el año 1997, la encuentro perfecta para hacer referencia a los periodos de gobierno que recién inician en municipios y departamentos del país, pero de manera especial a los de este paraíso del sol llamado Valle del Cauca y a los que no les caería mal una dosis de humildad.
No cabe duda que este departamento, al igual que muchas otras regiones del país, afronta una encrucijada debido al recrudecimiento de la violencia y de manera muy especial por la reorganización y fortalecimiento de células delincuen-ciales que se han apoderado de las zonas rurales y urbanas sembrando caos y zozobra.
Ese panorama requiere hoy de gobernadores y alcaldes comprometidos con la seguridad y la paz de los territorios, quienes deben actuar con prontitud, pero a la vez mantener los pies en la tierra y evitar enviar mensajes que en vez de apaciguar terminan siendo más sebo al candil.
Es fundamental que departamentos como el Valle del Cauca y municipios como Tuluá, Jamundí, Buenaventura, Cartago, entre otros cuenten con el respaldo irrestricto del gobierno nacional, pero ese respaldo debe ser real e integral, pues de nada sirve que se hable de “blindar” los municipios, enviar destacamentos de policías, soldados e investigadores, si esas acciones no están acompañadas de ejecutorias tangibles.
Y lo digo, porque en el 2023 justo después del lamentable atentado que le costó la vida a dos funcionarios de tránsito, llegaron a Tuluá tres ministros, el comandante del Ejército, la policía y en el despacho del alcalde hablaron de la puesta en marcha de una plan de seguridad que incluía pie de fuerza y ayudas tecnológicas. Curiosamente ese mismo anuncio lo hizo el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco en Cali cuando tomó parte en un consejo de seguridad regional. Acta non verba, dirían nuestros mayores amantes del latín.