Las boletas que regalaba la radio no las desperdiciaban, y asistían cada domingo a ver jugar nuestra Selección Tuluá, la de los “Catedráticos”: Gilberto Román, Humberto Torres, Carlitos Colonia, el habilidoso Cárdenas, el gigante Alonso Solano, (que las tapaba todas!).
Luis Lamer narraba al fondo, James Casañas comentaba los dinámicos partidos y Édison González Useche anunciaba comerciales que traspasaban el campo de juego.
En la tribuna de sombra se sentaba el negro Richard, y entre las emociones del juego recordaba las gestas futboleras que protagonizaron en mi grama, con Julio “Pepa” González, “Mi viejo” Osmiro Colonia, Maturro, Carreto, Argemiro López, “Pastora” y todos los que allanaron el camino a una generación que desde los Departamentales del 60 se calzó los guayos para ambientar las tardes memorables del Doce de Octubre…
Por mis camerinos pasó la Argentina, campeona de los Panamericanos del 71, junto a Estados Unidos, Haití y Bermudas que deleitaron a la naciente afición de nuestro “Corazón del Valle”.
La albiceleste del “Mostaza” Merlo regresó con su juvenil en el 93, con el Brasil de Ronaldo, la Chile de Rosenthal, hicieron que el fútbol tomara otro color en Tuluá, y mi corazón vibrara de manera diferente.
DATO: En varias oportunidades los aficionados han querido cambiarle el nombre por el de Faustino Asprilla.
Al Torneo de La Esperanza también lo acogí en esa bella época con grandes figuras y equipos históricos del continente: Flamengo de Brasil, Nacional de Uruguay, la Selección Colombia Juvenil de Reynaldo Rueda, lograron que en las calles de nuestra villa solo se hablara de lo mismo: todos venir en masa a mi querido “Doce de Octubre”…
Desde el 91, ya un equipo lleno de sentimientos, llamado Cortuluá, venía empezando a marcar una nueva historia en el fútbol profesional colombiano.
¿Cómo olvidar la zurda mágica de Carlos Erao, el Hato Sanclemente, Elías Escalona, Luis Nolberto Sossa?, o las cabriolas de Carlitos Rodas celebrando en arco rival, la picardía de Néstor Salazar, los goles de taquito de Marcio Cruz, los piques espeluznantes de Rubiel Quintana, la Cachaza Hernández y William Vás-quez Chacón….
Cómo olvidar las grandes gestas vespertinas del Chileno Molina con la # 8, los mundialistas Amado Nunes, Alvaro Peña y hasta el mismísimo Faustino Asprilla, orgulloso de volver a mi querido Doce de Octubre…
Ya cumplo sesenta años, y siento la misma emoción de aquel primer domingo que te sentaste en la de Sol, aún creo ver a Sópic o al Tigre Benítez sin importar que fueran partidos amistosos, aún recuerdo que en la misma grama que jugaste interescolares tiempo después recibí a Ronaldo marcando por doblete, y al Tino con sus cabriolas endiabladas.
Aún siento que tu paladar disfruta el sabor del maní y las “solteritas”, y creo escuchar el raspar de los cholados que se vendían en un cono de cartón blanco; a veces siento que la voz de Benilda resuena en las frías noches de un miércoles cualquiera, y los gritos de Mincho imponen sus helados en los pocos segundos de silencio que dejan mis tribunas.
A veces pienso, ¿qué sería de mí sin ustedes, o qué sería de mi tierra sin el Doce?.
A veces sueño que soy una tacita de cristal para jugar y disfrutar el fútbol, pero despierto en mi realidad, y se avecina nueva fecha Cortulueña, con la que espero ver a Tato, a Tita, Palillo y Tití en la tarde del domingo, y en medio de saludos, paletas y carcajadas disfrutan el partido, en mi seno, en mi vientre, en la casa de todos los tulueños, mi querido Doce de Octubre…
Fui inaugurado un 12 de Octubre con motivo de los I Juegos Departamentales del Valle del Cauca y sobre la malla que separa el campo de juego colocaron una placa que luego desapareció misteriosamente.
Hoy a mis sesenta años quiero seguir contando contigo, y que nunca, nunca me saques de tu corazón!
Por: Orlando Montaño.