Durante este mes la atención se ha centrado en las celebraciones de la comunidad LGTBIQ+ que después de muchos años ha conquistado sus espacios negados tradicionalmente debido a una pésima cultura machista, que viene de tiempos remotos, y ha minado la sana convivencia y aceptación en la sociedad.
Esa cultura homofóbica ha penetrado la sociedad de manera profunda, hasta tal punto que el rechazo, la burla, el odio, se convirtieron en lo que se denomina “un mal necesario” recibido a regañadientes por la mayoría de los colombianos y la población discriminada hasta el cansancio, poco a poco se ha levantado en medio de la lucha, reclamos, las presiones, manifestaciones multitudinarias, hasta ocupar el puesto de dignidad que le corresponde en medio de sus diferencias.
No ha sido una tarea fácil, sangre se ha vertido a través de su historia, persiste aún, una mirada oculta, disimulada y desconfiada, ante un hecho indiscutible que posibilita entre otras cosas, la convivencia pacífica.
Hoy vemos a integrantes de esta comunidad diferente, ocupar posiciones altísimas en donde hace poco tiempo no tenían acceso, se integran lentamente a la sociedad gracias a una nueva mirada hacia los que piensan y se comportan distinto a las posiciones culturales tradicionales y es así que se han abierto los espacios académicos, sociales y políticos, de tal manera que ya el rechazo no es la ley, sino su condena de la gran mayoría de los colombianos, cuando ven por fin, que sus capacidades, cualidades y aspiraciones, es el común denominador de la sociedad que se puede compartir sin temor a equivocarse.
Sin embargo, quedan rezagos profundos de rechazo que vemos reflejado en la grave cantidad de homicidios cometidos contra esta comunidad que no se resuelven y quedan en la impunidad o en un silencio inexplicable en medio de una sociedad estupefacta ante la sevicia y atrocidad presentada en la humanidad de las víctimas.
Es mucho el camino que falta por recorrer en este sentido y, en general, en la cultura necesaria para comprender hasta dónde puede llegar el límite justo del comportamiento diferente para que la convivencia sea plena y totalmente garantía de una nueva sociedad que pretende ser igualitaria en medio de un mundo moderno controversial y convulsionado.
Igualmente es conveniente llamar la atención sobre las responsabilidades en libertad que tiene la comunidad LGTBIQ+ para convivir de manera tranquila, sin sobresaltos, en medio de la sociedad que otrora los discriminaba sin contemplación alguna, porque ya está demostrado que sus capacidades son múltiples e iguales a lo que comúnmente se acepta y por lo tanto desaparece el temor y la duda sobre su comportamiento natural, libre y espontáneo.
Borrar de tajo, esa posición ancestral, tampoco es tarea fácil, puesto que está inscrita a través de los tiempos, tal vez por posturas equivocadas en el estudio y reflexiones filosóficas profundas acerca de la finitud misma de la humanidad, pero nunca será demasiado tarde, si se trata de rescatar la dignidad de toda persona.