Parece mentira que ni las Secretarías de Salud, Gobierno, Sedama y la policía ambiental hayan podido encontrarle la solución al deambular de los caballos en los barrios.
Ahora, los estamos viendo recorrer tranquilamente las calles principales del centro de la ciudad y para colmo, sin ningún inconveniente pastan en el principal parque, el Boyacá, sitio que también se ha ido desmejorando por la falta de control sobre las personas que lo utilizan para vender todo tipo de elementos, utilizando como soporte el piso de este lugar que debería ser la cara amable de la Villa de Céspedes. Una lástima.