Según lo reseñan los apuntes históricos, le correspondió al alcalde Rafael Fernández de Soto sancionar el Acuerdo del Honorable Concejo Municipal cuando por esas calendas también regía los destinos del naciente departamento del Valle del Cauca el gobernador José Ignacio Rengifo.
Esos mismos documentos señalan que la institución nació ante la preocupación que existía en la época por la cantidad de mendigos que deambulaban por las calles y tomó el nombre de Sociedad de Beneficencia, pues por el número de habitantes no podía llamarse Asilo.
Para esta tarea de carácter social se asignó entonces un presupuesto de 1.206 pesos con 66 centavos, provenientes del pago de las multas que aplicaba el gobierno y de esa suma se destinaron 300 pesos para la construcción.
Al parecer a la junta inicial conformada para regir los destinos del lugar, el fervor les duró poco lo que generó una parálisis del programa social hasta que en 1924 apareció el presbítero Pedro Pablo Martínez, quien de la mano de otros ilustres ciudadanos como Primitivo Crespo y José María Azcarate volvió a poner en marcha logrando la aprobación de los estatutos bajo el nombre de Sociedad de Beneficencia de Buga, estatutos que fueron avalados por el presidente Pedro Nel Ospina.
DATO: EL Hogar del Anciano de Buga es una institución modelo del trabajo social en el Valle del Cauca.
Destacan las anotaciones que reposan en la Academia de Historia Leonardo Tascón, que las instalaciones que hoy sirven de sede contiguas al hospital San José y que en un principio eran terrenos ejidos donde funcionó una carnicería que por salubridad fue reubicada, sirvió también como hospital para atender a los heridos de la Guerra de los Mil Días, cuartel de policía y hasta una escuela fue ubicada allí por las autoridades de la localidad.
En el año 1933 un grupo de damas encabezadas por doña Virginia de Cabal, solicitaron al concejo de la época una exoneración de impuestos para realizar eventos de beneficencia en los teatros Municipal y Montufar para de esa manera obtener recursos para la obra social.
Un nuevo aire
Luego de sortear todo tipo de obstáculos que incluso llevaron a comprar otro predio en cercanías del ferrocarril, predios que posteriormente fueron vendidos y con los recursos generados iniciar la construcción y recuperación de otros espacios del asilo, en 1942 la ilustre dama Laura Vergara Crespo de Agredo, quien personalmente atendía a las personas que llegaban al asilo, adquirió la posesión de dos casas propiedad de don José Abel Soto que fueron anexadas a la sede para mejorar la atención de los más desvalidos.
Fue la misma benefactora la que decidió que para lograr que el programa social funcionara, se hacía necesario dejarle el manejo a una institución dedicada al servicio logrando que llegaran a la Ciudad Señora las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, encabezadas por la madre superiora Purificación de San Andrés y las hermanas Carlina de Sonsón, Carmen de Santa Rosa, Sara de Manizales y Teresa de Angelópolis.
Al recorrer los diferentes escritos existentes sobre esta obra centenaria, ponen en evidencia el compromiso de hombres y mujeres que han aportados recursos y horas de trabajo para lograr su permanencia en el tiempo.
Hoy el hogar sigue bajo la dirección de la misma comunidad religiosa en cabeza de la hermana Ligia Osorio Ramos y Gerardo Cabrera oficia como representante de la entidad y contando con el apoyo de la ciudadanía que desde siempre ha creído el trabajo silencioso pero efectivo de la institución.