En el año 1997 ocurrió en Tuluá un hecho que hasta ahora no se ha repetido y tiene que ver con la decisión del alcalde de ese momento, Aimer Arango Murillo, quien renunció a su cargo para no inhabilitar a su esposa Esperanza Cifuentes Sánchez quien se presentó como candidata a la Asamblea Departamental.
El sucesor
Ante la dimisión fue designado para culminar ese periodo constitucional el ingeniero Luis Eduardo Calderón Borja (ya fallecido), un político de vieja data, jovial y cercano a la comunidad. El corto periodo de gobierno del ingeniero Calderón Borja estuvo marcado por varios hechos significativos, uno de ellos fue la visita de la cantante Celia Cruz, hecho que conmocionó a los amantes de la salsa y a quien le entregó las llaves de la ciudad. Curiosamente, la cantante cubana no cantó en la noche porque los tulueños, no respondieron a la convocatoria de llenar el coliseo del colegio Gimnasio del Pacífico.
Medida polémica

Pero el hecho que más marco la transición del poder en 1997 fue la decisión del ejecutivo, mediante decreto, de imponer a los motociclistas el uso del casco protector, medida que ya existía pero que no se aplicaba más allá de las ciudades capitales. Como era de esperarse el anuncio generó una tormenta entre los tulueños que se tomaron por asalto los medios de comunicación de la época y en las líneas telefónicas sentaron su voz de protesta por lo que ellos consideraban una arbitrariedad.
Dudas jurídicas
Uno de los puntos que propició la discusión entre los ciudadanos era la inexistencia, en ese momento, de una claridad sobre las normas correspondientes al tamaño, calidad y certificados de los laboratorios. Esa falta de información llevó a que a los ciudadanos, para evitar la sanción y cumplir con la disposición legal, compraran las llamadas gorras beisboleras que estaban permitidas.

Aunque la medida apareció en 1997 y hubo jornadas de protesta de los motociclistas de la época, tal como lo registró EL TABLOIDE en su edición del sábado 18 de septiembre de 1997, fue solo hasta el año 2005 cuando apareció de la mano del Código Nacional de Tránsito la reglamentación del casco obligatorio, medida que aunque sigue vigente ha perdido impacto, pues cada día son menos los ciudadanos que lo usan de forma adecuada.
Un nuevo emprendimiento

Esa medida también suscitó apertura de varios locales para la venta del elemento y abundaron las ventas informales, varias de ellas a orillas del Río Tuluá.
Accidentalidad histórica
De acuerdo con un estudio realizado por el hospital departamental Tomás Uribe Uribe de Tuluá, entre 1996 y 1997 se concluyó que en el primer año hubo 1.148 accidentes ocasionados por motocicletas que causaron traumas craneoencefálicos a sus ocupantes. De estos 66 fallecieron, lo cual representaba una tasa de mortalidad del 5,7 por ciento. En los primeros diez meses de 1997 se registraron 2.354 accidentes por vehículo automotor, de los cuales 1.603 (el 68,1 por ciento) correspondieron a accidentes por moto y 78 personas murieron.