Además del excesivo parqueo a lado y lado, el propietario o administrador de un taller instaló su propio separador vial ubicando en la mitad de la calle un cono para promocionar su negocio.
Sin duda es una prueba más de cómo la incultura ciudadana está carcomiendo a la sociedad. Al autor de esta acción valdría la pena recordarle que los derechos de todo ciudadano terminan donde empiezan los de los dermás.
Ojalá que los nuevos secretarios de Gobierno y Movilidad se den una pasadita por el sector y apliquen los correctivos del caso, acorde con lo que contempla el Código Nacional de Tránsito y el de Convivencia Ciudadana.
El llamado es también para los ciudadanos para que eviten caer en este tipo de conductas que afectan el bienestar de los usuarios de las vías.