Esta mujer, junto a sus pequeños, estuvo por espacio de tres días elaborando estas cruces en madera, para venderlas a los católicos que ayer 3 de mayo se dieron cita en los templos para adorar el madero de la redención al tiempo que se meditaban los mil Jesuces.
Para esta emprendedora casual, la celebración religiosa significó la posibilidad de llevarse para la casa algo de dinero y asegurar el sustento de su familia. Un ejemplo para quienes aún vitales se dedican a mendigar e incluso hacer fechorías afectando a los demás.