Esta historia urbana surgió de la inquietud de una niña, quien, en medio de su inocencia, le preguntó a su señora madre cómo hacía ese señor para sacar dulce de ese poste. La pequeña estaba maravillada por el trabajo que desarrollaba en medio de un sol canicular Alberto Restrepo, un caleño que desde hace 45 años se gana la vida preparando la gelatina que se elabora a partir de la mano de res.
Este vallecaucano de nacimiento asegura haber recorrido, según sus propias palabras, las tres cuartas partes del país ganándose la vida con el oficio aprendido de su progenitora y que después de nueve lustros no ha podido dejar.
Lo que pocos saben es que este hombre amable y dicharachero es un enfermero de profesión, pero la ejerció durante muy poco al no aceptar un curso de instrumentista quirúrgico que le ofrecieron y renunció, pues le pareció más placentero ir de feria en feria, de plaza en plaza y de pueblo en pueblo conservando esta tradición familiar de la que se siente orgulloso, por cuanto se trata de endulzar el paladar de la clientela que lo busca en las ferias y fiestas.
Este año, por ejemplo, ante la no realización de la Feria de Tuluá está listo para empacar sus trastos e irse para Calima El Darién y después en su agenda estarán San Pedro, Buga, Bugalagrande, Guacarí, entre otros pueblos más que, como él dice, no le dejan perder la platica.
Es todo un experto
Manifiesta que nunca ha contado las veces que enrolla, estira y amasa esta mezcla hecha a base de pata de res, panela, y otros toques secretos para llegar al punto exacto, pues es algo que ya hace de manera autómata como quiera que la experiencia permite hacerlo con total tranquilidad.
Asegura este emprendedor que la gelatina se puede elaborar con la pata de cualquier animal y por eso uno de sus sueños locos es poder trabajar con una de elefante y entre risas señala, que sería mucha la gelatina que podría sacarle.
Al preguntarle si es verdad que esta mezcla dulce, y que para algunos resulta empalagosa, tiene poderes afrodisíacos responde en medio de risas que sí pero a renglón seguido afirma que es mucho más benéfica para las articulaciones.
“Quien consume pata a diario nunca le duelen las rodillas, pues esto es colágeno puro”, afirma Restrepo, padre de dos hijas, una de las cuales vive en Bélgica, donde se dedica a la repostería y la otra es una profesional radicada en Cali. Alberto en la actualidad reside junto a su esposa en el municipio de Palmira y de allí viaja diariamente a Tuluá, donde espera en los próximos días inaugurar su propio negocio para atender la clientela que crece atraída por la calidad del producto.
A sus 60 años de edad piensa que si se hubiese quedado como enfermero ya estaría jubilándose, pero no se arrepiente pues con la gelatina ha conocido mucha gente y el país y la ha pasado bien.
Le queda para viajar
Aunque la vida se la gana con el rebusque, Alberto Restrepo asegura que su oficio le da para vivir bien, incluso le queda para las vacaciones de cada año.
“La clave mi amigo está en ahorrar, eso fue algo que aprendí de grande, pero me ha dado resultado y en mi caso consiste en guardar las monedas que me quedan al final del día y se guardan y a finales de año hacemos el arqueo e incluso hemos viajado en familia a San Andrés y otros sitios del país”.
Un poco de historia
La gelatina de pata es un dulce típico artesanal de los países hispanoamericanos. Si bien empezó como un dulce artesanal, desde el siglo XX se fabrica en una pequeña industria. En países como Venezuela, se le conoce como «aliados» o «templones». Además, su receta ha tenido algunas variantes, como la sustitución del azúcar por panela o el uso de colorantes.