Este escenario, como tantos otros en Tuluá, necesitan una mano amiga, un doliente que ayude a su mantenimiento, pues la segunda plaza de los tulueños empieza a sentir el paso de los años.
Se agrava el panorama, si se tiene en cuenta que a pocos pasos de la biblioteca hay una especie de pozo séptico que se ha formado y del cual brotan olores nauseabundos y contaminantes.