Para este hombre pensionado de las Fuerzas Armadas, padre de cinco hijos, todos ellos profesionales, el haber tomado esa decisión y conocido a Alcohólicos Anónimos fue de lo mejor que le ha pasado en la vida y es por esa razón que optó por transmitir lo aprendido a otras personas que como él transitan por los caminos difíciles de la adicción a las bebidas embriagantes.
Para empezar, señala de manera enfática que lo primero que debe pasar es que quien está en medio de la situación reconocer que sufre de una enfermedad y como tal debe ser tratada.
DATO: La edad en la que se empieza con la ingesta de licor es cada vez más baja, según lo indican los estudios.
“Es quizá lo más difícil de este proceso, pues para la mayoría de personas el consumir bebidas embriagantes es algo normal y casi siempre se liga con el placer de vivir”, comenta el hombre que junto a su esposa lidera el grupo de Alcohólicos Anónimos La Paz en el barrio Popular de Tuluá.
Hay que hablar
Aunque reconoce que el alcoholismo es una enfermedad incurable y a la cual se debe renunciar cada 24 horas, don Nicanor asegura que una de las mejores terapias es hablar con otras personas del mal que se padece, una acción que se constituye en el primer paso de un tratamiento que se vuelve permanente.
“Esa es la razón por la cual hace ya varios años nació en Villavicencio y luego en Tumaco el grupo que lidero, pues en estos encuentros los participantes pueden dialogar, contar sus historias de vida y con esta terapia liberadora seguir el camino de la abstinencia el cual resulta difícil pero no imposible de llevar”, precisa.
Agrega que todos los días, en un lapso de dos horas en la mañana y dos en la tarde, atiende en la sede ubicada en la calle 16 No. 28B-16 del barrio Popular y allí mismo los días lunes, miércoles viernes y sábado, de 7 a 8:30 de la noche, efectúa la reunión para el intercambio de experiencias.
“En esas reuniones hemos decidido hacer una rifa cada día donde el primer premio es la vida, el segundo la familia, el tercero es el buen estado de salud y el cuarto es estar sano y sobrio”, añade Nicanor, quien, a través de EL TABLOIDE invitó a todos los lectores que estén atravesando por el desierto de la enfermedad a que se acerquen a ese oasis de vida llamado Alcohólicos Anónimos.