El trabajo constituye una fuente de crecimiento humano y social de los individuos.
No de otro modo será posible hablar del trabajo como un medio que aporta a la riqueza de las naciones, como Adam Smith lo anotó hace varios lustros.
En una visión tradicional se define el último término de la frase que titula esta columna, como una actividad física o intelectual para lograr un objetivo o satisfacer una necesidad, generalmente encomendada por la sociedad. Conforme a esta perspectiva, dicha actividad usualmente se centra en el cumplimiento de un horario, bajo la supervisión de un jefe inmediato.
En este sentido, se asume al trabajador como un individuo que debe estar presente en su puesto de trabajo para realizar las labores a él asignadas.
Con motivo de la reciente pandemia, tuvo lugar un cambio notorio en la concepción del tema laboral, hecho que dio lugar al trabajo virtual, que desde sus hogares cumplían los individuos para reducir los niveles de contagio.
Incluso esta modalidad aún se mantiene en algunos sectores laborales.
En épocas recientes se ha empezado a hablar de una forma de trabajo nómada, que solo requiere un lap top y la respectiva conectividad. Los usuarios de este sistema, desde cualquier lugar pueden realizar las tareas compatibles con esta dinámica, mientras disfrutan de la maravilla, que para muchos representa desplazarse por distintas partes del mundo.
En todo caso, esto demuestra que ya no se pueden sostener conceptos rígidos de muchos vocablos, como el que nos ocupa, puesto que el avance del tiempo y las necesidades, imprevistas a veces, que surgen en el devenir de la historia exigen implementar mecanismos que llevan a romper paradigmas para dar paso al progreso de la sociedad, en el marco de rutas inexploradas, que han de servir para ampliar nuestra cosmovisión y adaptabilidad a circunstancias que depara la existencia humana.