La masacre en una escuela de Estados Unidos esta semana se ha convertido en un episodio normal, recurrente, casi nadie se asombra ni indigna por estos hechos, que también se presentan en Rusia y otros países considerados desarrollados y pareciera que se convirtieran en el pan de cada día. Lo cierto es que no es un problema o fenómeno de poca monta, que pueda dejarse al vaivén de las opiniones de expertos y académicos, sin lograr encontrar el motivo real de estas conductas. Vale la pena preguntarse ¿qué motiva a los jóvenes a cometer semejantes crímenes, esos sí de lesa humanidad, sin importarles en lo más mínimo sus consecuencias, como es posiblemente la pena de muerte, la cadena perpetua e inclusive, están dispuestos al suicidio?
En principio, creo que han perdido totalmente el sentido y el propósito de la vida, son hijos que lo han tenido todo, que nada les satisface porque todo lo han probado a sus escasos años, han crecido en medio de un mundo consumista que los induce a ser adultos desde niños, no disfrutaron la niñez; tal vez, sin padres, hijos de madres o padres solteros, criados por sus abuelos, o por sus tias y tios, pero sin el calor familiar. Es necesario una reflexión profunda sobre la crisis familiar, estudiar si las nuevas modalidades de convivencia son una respuesta acertada, no puede ser cierto que la familia haya perdido su razón de ser, menos en un contexto católico como el nuestro, está bien que se luche por el bienestar económico y social, pero no es suficiente, porque las masacres se presentan en los países mejores educados, pero no formados, con el mayor índice de inteligencia, pero vacíos en el espíritu.
Para nosotros los católicos, es urgente repensar el sacramento del matrimonio, pues en mi caso, la Iglesia me salvó de la catástrofe, a mi edad adulta me concedió el matrimonio y ahora tenemos una hija que ya tiene 8 años, es la razón de mi vida, la que me mueve el piso, me empuja, me levanta y me anima. Tener un propósito, un sentido en la vida es sumamente importante, en este momento, donde la crisis de la existencia es globalizada y lo peor es que nos venden a diario, falsos objetivos para encontrar la solución, sin respuesta que valga la pena. Y mientras tanto, los jóvenes bien educados, que lo tienen todo, continúan matando, talvez con resentimientos impresionantes, incomunicados, en medio de las redes sociales que consumen su mente con ideas frívolas y al mismo tiempo mortales y descubren en un instante, que se encuentran solos y nunca han sido amados.