Cada semana es triste leer los reportes diarios que entrega la Policía Nacional sobre homicidios. En no pocos casos las víctimas fatales son menores de edad. Pero, infortunadamente, también son muchos los casos en los que adolescentes son instrumentalizados por bandas delincuenciales, especialmente en lo que se refiere al tráfico local de estupefacientes. Son aprehendidos, utilizados para cometer crímenes de diversa índole, en fin.
Pero la pregunta es: ¿dónde estaban los papás de esos jóvenes? La mayoría de los muchachos que son absorbidos, por así decirlo, por esas estructuras criminales, vienen de familias u hogares disfuncionales. Muchos hijos de madres solteras, que a duras penas logran con su trabajo llevar algún precario sustento a sus hijos, pero que si comen no pagan arriendo.
En muchos casos, hijos de padres, me disculpan la expresión, “que lo metieron, engendraron, pero no respondieron”.
Mujeres berracas que hacen lo necesario por sacar sus hijos adelante, así sean solas, que con tenacidad inculcan valores y dan ejemplo, marcan diferencia.
Sin embargo, en otros casos, por cantidades, nos escudamos en un hecho inocultable: la pobreza. Pero sin duda la principal causa de muchos de los flagelos que hoy nos azotan es la falta de educación.
La gran mayoría no están preparados para ser padres. Porque hay otros casos, y no pocos, en los que al menos los jóvenes cuentan con los recursos materiales para su sustento, pero en casa no hay lo más importante: el ejemplo.
Y a esto sumémosle la falta de comunicación entre padres e hijos, el afán por el consumismo, que lleva a que estos adolescentes muchas veces por dinero hagan cualquier cosa, cuando lo único es que simplemente, están siendo utilizados, por esas organizaciones al margen de la ley, que los prefieren porque son arrojados, pero también, por las prebendas que en materia judicial los cobija por ser menores de edad.
Por ello, es indispensable, fundamental, que empecemos a pensarnos como sociedad, porque cada uno tiene un compromiso consigo mismo y con sus semejantes, para que, entre todos, algún día, saquemos este país adelante.