A la luz de las críticas de Juan Gossaín al hablar de la materia prima con la que están hechos los colombianos, deja entrever que no es nada fácil ser el modelo a seguir de los hijos hoy en este país, obvio, nadie es perfecto; pero… ¿cuál sería la clave para educarlos en aquellas virtudes que las personas esperan hoy, para cambiar la sociedad del mañana?
La formación en competencias la da un alma mater, sí, pero los valores que son concebidos en la mente de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes, tienen su eclosión y sinapsis neuronal, al observar el actuar de sus padres día tras día a lo largo de su proceso de crecimiento y desarrollo psicosocial.
En ese sentido, un padre o madre no se puede limitar a ser un modelo a la vista, debe ir aún más allá; no es solo lo que se hace cuando un hijo o hija les ve, sino, cuando no les ve; porque un día cualquiera se van a enterar de todas formas de su proceder frente a cuestiones de alta complejidad, o de sus decisiones bajo presión, y es allí donde se puede ser el héroe o el villano.
Una de las mejores impresiones que se debe procurar en la mente de los más pequeños hoy y siempre, es la del cumplimiento frente a las deudas. El hecho de hacerlo a cabalidad siempre con los compromisos adquiridos, o dar la cara y llegar a acuerdos al asumir con diplomacia el pago a posteriori, enseña más en su vida, que el repetir todos los días lo que está bien, o está mal. El ser incólume, no se da por la palabra en sí, sino por las acciones a lo largo de muchos años para honrarla.
Ese es el recuerdo que ellos verán repetirse en su mente una y otra vez, cuando les corresponda afrontar la vida.