En la edición anterior de El Tabloide, el autor de este escrito presentó algunas consideraciones sobre la reforma tributaria, como el posible incremento del precio de algunos alimentos básicos y el gravamen a las pensiones. En esta oportunidad, deseo aclarar que no se pretende desconocer el esfuerzo del gobierno por mejorar la vida de los colombianos, pero sería conveniente no recargar de impuestos a la clase trabajadora. Para lograr esta aspiración, es menester buscar otras alternativas, que permitan recaudar el dinero para implementar los respectivos proyectos. Por ejemplo, se pueden incrementar las exportaciones y motivar la inversión extranjera. Por supuesto, este último ítem requiere mejorar las condiciones de seguridad, aspecto que inquieta, debido a los reportes de los noticieros sobre esta materia. De igual modo, se debe revisar la política pública de transparencia, dado que nuestro país no fue bien ranqueado en este renglón, conforme a instrumentos internacionales sobre este tema, instrumentos que revelaron un preocupante nivel de corrupción. A las opciones presentadas, se pueden agregar otras planteadas por algunos políticos, entre ellas: revisar la evasión fiscal y las superexenciones al sector bancario y a empresas multinacionales. En todo caso, se entiende que el gobierno necesita dinero para impulsar sus planes de acción, pero éste no se puede recaudar a punta de impuestos asignados a las clases menos favorecidas, como se vislumbra en las propuestas actuales, que contemplan el aumento del precio de algunos alimentos básicos y la presentación de declaración de renta por parte de personas con sueldos que apenas superan los $2.000.000.oo mensuales. En realidad, este monto, escasamente permite sobrevivir a una familia en nuestro medio, entre otras cosas, debido al alto costo de los combustibles, renglón que incide de manera directa en el costo de vida en general. Así las cosas, no se justifica asfixiar a la “sufrida base” (clases más vulnerables) con más gravámenes. Un punto adicional: No habrá reforma que valga, si no se elimina la corrupción. Por ello, a lo mejor sea tiempo de pensar en nuevas formas de gobernar.