Quienes hemos nacido contemplando nuestro cerro de El Picacho, y mirando las aguas enfurecidas, caudalosas o incipientes y lentas de nuestro río insignia. Quienes recordamos las calles de Los limones, El Empedrado, de Las Playas, de La Escopeta y llega a nuestros oídos el rumor de la acequia de Las Patisucias y evocamos llenos de alegría las imágenes de algunos de nuestros personajes típicos como Manolete, Marcos Juácara, la Loca Chila, de apellido Giraldo, natural de Riofrío, pero tan tulueña, como el que llamábamos Parque de Boyacá.
También al doctor Cafiaspirina, Pecueca, Pun, Motor, Mensajero del Hotel 111, de Josefa Vallecilla, poseedor de una admirable colección de estampillas, el loco Ceballos y Uva o Ua, de quienes estreché sus manos con aprecio y respeto.
Todos estos personajes, siempre limpios en sus vestidos y persona, son lo contrario del pordiosero que cree que la suciedad, produce lástima. Algunos pernoctaban bajo los bellos aleros de las casas, de uniforme belleza, de los cuales, hoy quedan muy pocos.
Quienes sentimos respeto permanente por la memoria de Juan María Luis Ceferino Céspedes Vivas, María Antonia Ruiz, por el doctor Tomás Uribe Uribe, el doctor José Antonio González, Manuel Victoria Rojas, Luis Uribe Restrepo, Marcial Gardeazábal, doña Luisa White de Uribe, María Luisa Román Álzate, Néstor Grajales López, Ignacio Cruz Roldán y Carlos Alberto Potes Roldán, entre muchos de nuestros admirados conciudadanos.
Vemos en la Tuluá del presente, la ciudad hospitalaria por excelencia, bebiendo cultura en la fuente inagotable de su Uceva y de otros centros de educación, que se han construido como el SENA y se construyen como los mega colegios. Los estudiantes de otras ciudades, no se sienten extraños, ellos son tan de Tuluá, como los nacidos en su corazón.
Recordé el pasado con nombres sustantivos de nuestra ciudad. Hoy tenemos también personas que nos orgullecen, como Gustavo Álvarez Gardeazábal, Óscar Londoño Pineda, Jorge Saúl García Mendieta, José Alberto Galeano Ramírez, Luis Fernando Caparro o Osorio y Daniel Potes Vargas, entre tantos.
La Tuluá del presente, como la de ayer, es acogedora, sus habitantes abren los brazos hospitalarios, es esta ciudad, con un corazón lleno de emoción, con un palpitar de cultura, con un periodismo de altura, entre ellos EL TABLOIDE, que es la voz de la región. Tuluá, recordando el pasado, te queremos más.