Al mirar al espejo y detenerse a analizar quién es esa persona que está ahí, se debe hacer una introspección muy sincera, sin máscaras, sin falsedades, sin mentiras, sin nada que ocultar y todo que decir.
¿Eres tú realmente, o es el reflejo de lo que los demás quieren ver? Si eres tú, no importa el plan que tengas para el futuro, muy seguramente con cualquier proyecto que emprendas, serás próspero. Pero si sólo eres el resultado de lo que todos esperan que seas, si aparentas ser alguien que no eres, nunca lograrás ser totalmente bienaventurado.
Si nunca has hecho el ejercicio de ser honesto contigo mismo, hazlo ahora mismo. Mírate al espejo y pregúntate si eres el resultado de la moda, si tus pensamientos están condicionados por la música que escuchas, por la ideología que la mayoría de tus amigos persiguen como si fuese un mantra, o si buscas encajar con ellos, pero en el fondo, no eres tú realmente el que es dichoso siguiendo aquello que te dicen: te debe satisfacer.
No es lo que otros te digan, es lo que tú realmente deseas ser, hacer y vivir. No puedes ocultarte de ti mismo, debes ser lo que la consciencia te dicta dentro de las reglas de la sociedad.
La familia forma los valores dentro del respeto a todo lo que existe, y es el mayor tesoro que se puede heredar. La institución educativa prepara al niño del mañana, para que, con sus conocimientos y talentos puestos al descubierto, elija qué desea ser. Pero tú, de manera necia; ¿ignoras todo lo que te han formado para ser quien no eres de verdad? Es hora de ser lo que realmente anhelas e iniciar el camino hacia esa vida que nadie más podrá darte si no comienzas hoy.