Muchos somos esclavos de lo que decimos, unos del silencio, de sus celulares, algunos de sus trabajos, otros son esclavos de sus creencias y del sistema, por eso es importante romper las cadenas. Por ejemplo, en Colombia nos han gobernado los mismos siempre y nos quieren hacer pensar que los responsables de esta crisis son otros.
El Estado debe intervenir en lo económico y lo social para redistribuir la riqueza, mejorar las condiciones de vida de la población y reducir la desigualdad social, como este gobierno benefactor y democrático que en plena pandemia nos dio remedio diario del tv-presidente hablando del país de las maravillas como si fuese Alicia.
Pero de estas realidades se habla poco: El gobierno gastó 20 mil millones para mejorar la imagen del presidente, 50% de dichos recursos los sacaron del Fondo de Programas Especiales para la Paz; 12 millones de dólares en un helicóptero (innecesario) cuyo mantenimiento cuesta la bobadita de 11 millones de pesos la hora; 8 mil millones en tanquetas para el Escuadrón Móvil Antidisturbios ESMAD y otras ridiculeces bélicas. En total fueron 9 mil millones de dólares invertidos en armamento militar en pandemia, como si no tuviésemos cientos de necesidades más importantes que cubrir, como las más de mil viviendas prometidas en ser construidas en Providencia, las cuales solo han hecho 2 tras nueve meses del paso del huracán.
En otros países ante situaciones complejas los altos funcionarios y dirigentes de gobierno renuncian a sus cargos y piden excusas públicas, como acá, que reconocen las fallas de las instituciones o funcionarios estatales, como la MinTic (guiño guiño).
Rompamos las cadenas electorales y en las próximas elecciones recordemos cada actuación e indiferencia de los políticos que nos hizo indignar y ejerzamos con convicción nuestro derecho ciudadano al voto.