El fútbol constituye un entrenamiento para sus seguidores alrededor del mundo, diversión que se intensifica en la actualidad, debido a los partidos clasificatorios para la justa orbital del 2026. Dicho esparcimiento es constante, dado que, en diferentes países, incluido el nuestro, las jornadas de los torneos profesionales se celebran una o dos veces por semana. Estos juegos, se pueden disfrutar a través de la televisión o en forma directa cuando los fanáticos se desplazan a los estadios. Por supuesto, esta es una costumbre sana que ofrece a quienes la practican, una pausa para retomar la cotidianidad con dedicación y optimismo.
Si bien el cuadro presentado es atractivo para quienes gustan del balompié, algunas veces se presentan escenas que no corresponden a un espectáculo futbolero. Un ejemplo, en días recientes, en un partido de la segunda división, entre el Real Cartagena y el club Fortaleza, algunos seguidores del primer equipo mencionado que jugaba como local, invadieron la cancha y agredieron a los jugadores del Fortaleza, que en ese momento tenía el marcador a su favor. Otro ejemplo, en días anteriores a la final de la Copa Liber-tadores, que se realizó en el estadio Maracaná del Brasil, varios hinchas del Fluminense atacaron a los seguidores del Boca.
Desde luego, se pueden citar muchos más casos como estos, que han ocurrido dentro y fuera de las canchas en nuestro país y en el exterior. Por ello, sería recomendable tomar medidas que subsanen esta problemática. Por ejemplo, los socios de los clubes deberían tener sillas asignadas con sus respectivos nombres. Al resto de los hinchas, al momento de su ingreso a los partidos, se les debería asignar un lugar debidamente numerado. Esto facilitaría su identificación.
De igual modo, las cámaras y los dispositivos para la detección de elementos prohibidos deben funcionar a plenitud. Sería conveniente, además, consultar los mecanismos que se implementaron para terminar con los conflictos que en el pasado ocasionaron los hooligans en Europa. La idea es que, estas medidas permitan el sano disfrute del futbol, puesto que no tiene sentido inhabilitar la plaza donde ocurren desórdenes, ya que esta sanción castiga a la gran mayoría de aficionados, que con el debido respeto asisten a los escenarios deportivos para respaldar a sus equipos favoritos.