En este país, antaño consagrado al Corazón de Jesús, sucede hasta lo imposible.
Y aunque son muchas las cosas que pasan, algunas se recuerdan al menos por las siguientes 24 horas, así no salgan en la redes sin depuración.
Que el canciller de Petro, el venerable Alvaro Leiva, haya resbalado a su edad provecta y termine destituido por no haber aprendido a distinguir entre buenos y malos al final de su productiva vida de negociador de las guerras, es imposible, pero sucedió.
Que en la Guajira llueva a cántaros donde siempre ha hecho falta el agua, era imposible cuando los robagallinas alfiles de Petro usaron los carrotanques para rellenarlos de billetes, pero está sucediendo.
Que los Gillinsky, habilísimos manejadores de dineros ajenos hayan resbalado por no distinguir con su Metrobank entre billetes fríos y billetes calientes, no se lo cree ni Vicky Dávila.
Que sean las autodefensas de la Sierra las que nos manden videos declarándose perseguidores de los ejércitos gaitanistas es tan imposible de creer como que la Policía y los medios pautados por el estado, pero instruidos por los gringos, dejen de llamarlos dizque Clan del Golfo.
Que el volcán de lodo de Los Aburridos se salte la normatividad geológica que Makario y sus asesores decretan desde el púlpito vulcanológico y en vez de explotar con solo barro primero haya vomitado fuego, como lo muestra uno de los videos al instante, dizque es tan imposible como que el cerro de Monserrate sea un volcán apagado.
Mientras tanto el gobernante insiste en afrijolarnos otra reforma tributaria para acabar de joder más el bolsillo de los colombianos aunque, al mismo tiempo, expidan un decreto reduciendo en casi 40 billones el presupuesto actual.
Y como poco o nada interesa ya la crónica social, nadie ha revivido la investigación que hizo hace unos años La Tabares en El Tiempo contándonos que la esposa del nuevo Secretario de Estado de Trump está casado con Jeanette Dousdebés Giraldo, de pura sangre militar colombiana.