Hace algunos años se realizó en el Instituto Cervantes de Madrid, un debate entre Gilles Lipovetsky y Mario Vargas Llosa para promocionar el libro de este último “La civilización del espectáculo”, que plantea una preocupación sobre el sistemático desvanecimiento del concepto de cultura, que poco a poco ha sido sustituido por aquel de entretenimiento.
Entiendo que fue el mismo Vargas Llosa quien propuso la discusión al francés Gilles Lipovetsky, cuyas opiniones sobre estos temas contravienen las del escritor peruano-español.
A pesar de las diferencias entre estos pensadores, el diálogo se desarrolló con altura intelectual, en tiempos en los que, con frecuencia, los hombres públicos suelen descalificar a sus adversarios por medio del insulto. Los dos académicos demostraron que cualquier tema se puede discutir desde el universo de las ideas con argumentos coherentes, con el fin de procurar un aprendizaje desde la diferencia y la alteridad.
Vargas Llosa piensa que, para contrarrestar la soledad y el vacío espiritual generado por el capitalismo, conviene optar por una rica vida cultural. Advierte que, si la cultura se vuelve un espectáculo, se contribuye al desplome de las Instituciones. Lipovetsky, por su parte, considera que la cultura ya no es parte de una élite de intelectuales, porque se ha democratizado.
Desde luego, las nuevas generaciones no se enfrentan a la cultura esencialmente a través de la palabra escrita, dado que tecnologías como internet (con imagen y sonido), permiten acceder a eventos como el debate objeto de este escrito, disponible en youtube, leer esta columna en cualquier lugar del mundo o enterarse de acontecimientos culturales que ocurren fuera de grandes las urbes.
Aprovecho este espacio para manifestar mi solidaridad con la Universidad del Valle, por los hechos que enlutan a la Institución y a la comunidad.