El título parece una evocación a la situación del país, cuando de nuevo la tragedia de la guerra campea por nuestros campos, con sus secuelas de muerte, desplazamiento, desapariciones y un largo etcétera de desolación y barbarie, donde vuelven a ser víctimas nuestros campesinos, comunidades indígenas y negritudes.
Pero realmente es el título de la más reciente novela publicada por el escritor español Arturo Pérez Reverte en la editorial Alfaguara y donde se narran magistralmente las personales historias de los hombres y mujeres que desde la orilla de la República y desde la orilla fascista, fueron protagonistas de una batalla que selló la caída de la República española y la victoria de la que sería 40 años de dictadura franquista. Me refiero a la batalla del Ebro, la más larga y la más mortífera de la Guerra Civil Española, ya que se combatió por cuatro meses, de julio a noviembre de 1938.
Es la epopeya personal de quienes alistados en uno u otro bando ejecutaron acciones heroicas que pusieron de presente, no tanto sus diferencias políticas o ideológicas, sino su condición de españoles, que, al comentar la confrontación entre gentes de la misma raigambre, explican cuando oyen quejarse a los heridos de unos u otros, “Es lo malo de estas guerras. Que oyes al enemigo llamar a su madre en el mismo idioma que tú”.
Igual, se cuenta lo ya afirmado en otros escritos sobre la contienda, como en “Cataluña” de Orwell, que participó como combatiente en las Brigadas Internacionales, al relatar como el desmadre ocasionado por las pugnas entre los diversos grupos de izquierda y centro izquierda que conformaban la institucionalidad, minaron la moral y la efectividad de los combatientes, acelerando su derrota.
Fenómeno que se repite constantemente en otras geografías y en particular entre nosotros, grandes egocéntricos, poco dados a lo que suelen llamar los entendidos “el realismo político”.