No es fortuito entonces que haya sido el mismo presidente norteamericano Joe Biden el que haya llamado a Petro a dialogar, muy distinto a lo ocurrido con el ex Iván Duque que le tocó regatear la cita y solo hasta después del año se la otorgaron.
Apenas para los que decían que con Petro quedaríamos aislados del mundo y además seríamos bloqueados económicamente por los gringos como ocurre contra Cuba y Venezuela.
Es cierto que mientras la inflación se siga manifestando en la canasta familiar, a pesar de ser un malestar mundial por factores como la pospandemia y la guerra de Ucrania, los medios prepagos de comunicación seguirán boicoteando la gestión presidencial de este gobierno nacional y se hará más difícil hacerle entender a la población que las ejecutorias internacionales de éste redundarán a mediano plazo en beneficio de las clases menos favorecidas.
Y más si el saboteo se patenta desde el mismo Congreso de la República, como lo venimos viendo a propósito de las reformas sociales que tocan directamente el bolsillo de las élites, especialmente la de la salud que se propone acabar con el negocio macabro de la intermediación financiera de las empresas promotoras de salud (EPS), o la pensional que pretende pasar los cotizantes que ganen menos de $3´000.000 al fondo público que administra la estatal Colpensiones a fin de hacerlo sostenible y duradero, en desmedro de los intereses especuladores de los fondos privados cuyos dueños son los mismos de las EPS y la banca privada.
Lo que aparentan ignorar los gamonales clientelistas como César Gaviria, Efraín Cepeda y Dilian Francisca Toro que creen tener su rebaño politiquero controlado, es que estas reformas ya han sido bien vistas por organismos internacionales como la OMS y otros.