Las manifestaciones multitudinarias de los estudiantes obedecen a una ruptura social excepcional que tiene nuevas connotaciones políticas, económicas y culturales muy importantes que no obedecen a ninguno de los parámetros que han regido al país hasta ahora y requieren de un cambio de mentalidad radical en todos los aspectos de la vida moderna.
Se entiende así, que poco a poco se va develando los objetivos de quienes se presentan como “de primera línea” cuando aseguran que no se ven representados por los dirigentes de paro nacional que aún persiste en sus posiciones de vieja data e insisten en que no tienen confianza en casi ninguna de las instituciones que rigen actualmente y ocultan sus identificaciones alegando motivos de seguridad, lo que se entiende toda vez que no está lejos el recuerdo de muchas personas asesinadas por no estar de acuerdo con el régimen oficial de su tiempo, entre ellos, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal y miles de dirigentes que pertenecieron a la Unión Patriótica y ahora vemos la muerte en serie de los pertenecientes a la recién desmovilizada FARCEP que realmente preocupa a las autoridades del gobierno y muy especialmente a quienes sufren las consecuencias.
En medio de una próxima jornada electoral es normal que surjan entre los aspirantes a los cargos públicos toda clase de ofrecimientos ante la opinión pública para captar electores, pero lo que no quieren entender entre las tradicionales modalidades de hacer política, es que a los nuevos manifestantes no los convencen con sus discursos de pacotilla y solo quieren ver nuevos hombres y mujeres dirigiendo al país y están luchando por un cambio radical y profundo de costumbres en todo sentido, en donde de verdad, se gobierne con transparencia, rectitud de intención, servicio honesto a la comunidad y se termine de una vez por todas con la corrupción que campea en todas las esferas sociales y políticas del país.