Ni yo mismo lo puedo creer que esté experimentando lo temido y era nada más ni nada menos que ser sujeto de las falsas noticias, y en comenzar a dudar de las informaciones que me llegan de las redes sociales si son verdad o mentira. Me está pasando con la vacuna de AstraZeneca, de la cual dicen que ha producido algunos efectos secundarios graves que conducen a la muerte y varios países europeos han suspendido su aplicación, mientras se hacen estudios acerca de sus bondades y peligros. Las informaciones provenientes de las redes sociales son vertiginosas, inmediatas y abundantes, unas favorables otras con graves advertencias sobre su peligrosidad. En síntesis, soy, como presumo, víctima de las newfakes (falsas noticias). Ahora bien, ¿qué camino voy a coger, cuando me llegue el turno de la vacuna?. Pues lo primero que comprobaré es ver que no me toque la vacuna de AstraZeneca y esperar que si me toca la de Senovic no me cause efectos secundarios graves, pues con tanta noticia sobre China y sus deseos íntimos de “apropiarse del mundo” temo que se hayan inventado este virus en el laboratorio con el fin de “acabar con los viejitos” y como si fuera poco, inventaron la vacuna para continuar con los supervivientes. Yo sé que la ficción tiene mucho más poder que la verdad y espero que todo se convierta en un “falso positivo” de las redes sociales que siembran pánico universal y para hacerlo se valen de cualquier triquiñuela. Ya estoy experimentando el riesgo más grande de las redes sociales que desde ahora están en manos de los hiperconectados y los menos avanzados que luchamos día a día para que no nos atropellen, en otras palabras, la brecha social, económica y política, se agranda a pasos agigantados en medio de un mar inmenso de informaciones falsas y verdaderas.