A veces recorro mas despacio que de costumbre, las calles céntricas de Buga y me produce cierta nostalgia lo que ha desaparecido lentamente, tal como las casas viejas, convertidas hoy en centros comerciales, negocios y oficinas de arrendamiento, salvo escasas excepciones, como la Casa de la Cultura y el Centro de Historia Leonardo Tascón, que guardan un pasado histórico inmenso y grato.
Ya no existen las calles empedradas, las residencias alrededor del parque Cabal, todas con un toque arquitectónico colonial. Se convirtieron en comercio, negocios, ventas de chance, bares y cantinas, y la historia queda escondida tras las paredes solemnes de la Catedral de San Pedro, la Capilla de San Francisco y pare de contar.
Mis recuerdos me conducen al antiguo Colegio Académico, hoy sede de la Universidad del Valle, y veo los pasos y figuras de mis profesores, que no enumero, por temor a que alguien se me quede por fuera, y se cumple el significado de la palabra recuerdo: re: pasar de nuevo; cor: corazón. Pasar de nuevo por el corazón. Llevo en mi corazón el alma total del Académico.
Ya no existe el Teatro Maria Cristina, en donde vi las primeras películas en mi adolescencia y me enamoraba por primera vez de algunas de las jovencitas que también asistían.
Y no podría olvidar ya de adulto, la fuente de soda Alsacia, de un señor creo, suizo, de apellido Kaspick. En donde bebíamos hasta el amanecer, como la canción de Aznavour. Y la de Luisito Rey: “A veces paso por cualquier lugar, donde contigo tanto aprendí”.