Hace sesenta años escucho el rumor del decaimiento de la Iglesia Católica reflejado en la huida de los feligreses hacia otras creencias religiosas y paganas y por el contrario, el crecimiento del ateísmo, concebido hoy como el agudo y permanente secularismo radical en donde se considera el relativismo como el axis del mundo moderno aupadas estas ideas por las redes sociales que inundan los móviles personales en cada uno de los hogares, confundiendo la mente a través una avalancha de mensajes con contenidos ideológicos rarísimos, carentes de sentido común.
Hoy, cuando me llegó la tarde, veo que el cristianismo es la única tabla de salvación para la humanidad, porque nadie ha hablado y vivido como Jesucristo que, por supuesto, no le hacen caso, tal como sucede desde hace más de dos mil años. Ahora mismo las guerras por la ambición de poder y de riqueza lo demuestran, basta mirar alrededor y la tierra tiembla entre balas, sangre y dolor.
Desde los tiempos bíblicos, el enemigo número uno de Israel ha sido Siria, hasta nuestros días y así será siempre, la historia continúa igual o peor. Porque no han creído en que Jesucristo está vivo y resucitado y quiere ahora mismo nacer en la vida de cada uno en la Navidad. Pueden desaparecer los pesebres, los árboles de Navidad, las Novenas, pero el Espíritu de Jesucristo vivirá para siempre.
Espero que el bullicio, las luces, las fiestas, los encuentros, no opaquen el verdadero sentido de la Navidad, Jesús quiere entrar en tu casa, en tu corazón, para que vivas feliz. Es una felicidad que no pasa, no es efímera, sino que tendrás la vida eterna.
Este es el único mensaje para estos tiempos, todo lo material pasa, los bienes dan ratos agradables, la paz y la tranquilidad, pero no es la paz de Jesucristo.
Volver a las raíces, es lo mejor, de todas maneras “la presentación de este mundo pasará” por muchos esfuerzos adelantados por el hombre, que son buenos, pero no definitivos.