Pasado más de un mes de lo que inició como un paro y terminó como un estallido social sin precedente, donde los hechos diarios sobrepasaron las expectativas de todo tipo, tumbando dos reformas legales (tributaria y de salud), dos ministros (Hacienda y Relaciones exteriores), el comisionado de paz y hasta un embajador (Estados Unidos), el escenario político ha visibilizado sus actores y posiciones. El gobierno nacional representando a un Estado opresor con su fuerza pública, y que en la arena política dilata las negociaciones para ir dando golpes mortales a los manifestantes mientras logra que la sociedad civil se vaya contra el movimiento social, y termine clamando una salida dictatorial en la que Uribe es el salvador de cara a 2022; paralelamente unos gobiernos departamentales que se debaten entre el autoritarismo (la gobernación del Valle y la alcaldía de Cali al principio) y el diálogo con prohibición de militarización (la alcaldía de Medellín, y la de Bogotá al principio), y unos partidos políticos que perdieron toda clase de representatividad y legitimidad (hecho demostrado una vez más con la derrota que le infringieron a la moción de censura parlamentaria al incompetente Ministro de Defensa) Al frente, una muchedumbre, esencialmente de jóvenes indignados ante un modelo económico que los tiene fuera del sistema y que no encontraron otra forma más de hacerse escuchar que haciendo uso del derecho a la protesta, jugando por fuera de los actores políticos como la oposición parlamentaria que los ha acompañado pero de ninguna manera los dirige.
La primera línea, la resistencia, o como se les quiera llamar representan una primavera política que nos puede indicar hacia donde debe ir el Estado desde ahora, ya que nosotros ni nuestra ascendencia tuvo la valentía de hacerlo. No es un fenómeno nuevo en el mundo, ya en otras latitudes se ha desarrollado, y el sociólogo español Manuel Castells (en Youtube se encuentra) lo tiene caracterizado: jóvenes y gentes de todas la procedencias que conectadas en la red logran hilarse como movimiento social para lograr reivindicaciones sociales. Otra cosa es el vandalismo y los bloqueos por los cuales una parte del país, la “gente de bien”, se rasga las vestiduras mientras ignoran cínicamente las decenas de muertes y cientos de desapariciones que ha dejado la “asistencia militar”, pero este tema lo trataré en la próxima columna.