Desde finales de junio, un dengue me tiene sujeto a la medida diaria de mis plaquetas, a tomarme por lo menos seis botellas de Hidraplus diarias y una pasta de acetaminofén 500 cada cuatro horas, y a revisar la programación de los canales colombianos de T.V., así como lo que sugieren las plataformas como la popular Netflix.
Todo muy regular, gracias. Pero el viernes 5 de julio se ofrecía un concierto en solidaridad con el pueblo palestino, organizado por Señal Colombia, RTVC y el Sistema de Medios Públicos, desde las dos de la tarde y al que llamaron “El Concierto de La Esperanza”. Más por curiosidad que por conocimiento de los grupos que hacían parte de la plantilla del evento, me aventuré a ser uno más de los miles de gocetas que le entraron al evento, unos desde la Plaza de Bolívar, dicen que eran setenta mil muchachas y muchachos, otros desde las trasmisiones que se estaban haciendo para el mundo de dicho espectáculo. Y, a pesar de mi ignorancia musical, no pude menos de maravillarme con la propuesta de grupos como 2 Minutos de Argentina, Ronda Machetera de México, Loa Rabanes de Panamá, Desorden Público de Venezuela, y de un rapero colombiano Oscar Corredor, conocido como Realidad Mental.
De verdad, hay que felicitar a los organizadores de esta jornada cultural, de esta fiesta musical por permitir que estas expresiones nos compartan sus sueños, sus proyectos y sus enormes ganas de transformar un mundo decadente, en un espacio que parte del abrazo, de la palabra justa, del respeto por la diferencia, en donde todos podemos encontrar un lugar, un canto, un trozo de vida, como soñaban Victor Jara y Violeta Parra.
Como colofón, la gente de RTVC promete organizar un próximo concierto de La Esperanza, en Buenaventura. Eso sería un justo homenaje a la negramenta más bella y luchadora de Colombia. Para no perdérselo, mis amados Magdalenas por el Cauca.